España debe seguir avanzando, progresando desde la tolerancia y el respeto. Sin crispación, redistribuyendo la riqueza, reconociendo nuevos derechos y libertades. Para ello, he propuesto la disolución de las Cámaras y la convocatoria de Elecciones Generales el 28 de abril». Ocurrió y como ocurre tras un orgasmo llegó el vacío existencial. Toda la semana esperando como si fuera la lotería al viernes y al final llega otro lunes pasado mañana. Ya no hay incógnita que valga y la sospecha de que los resultados electorales ni van a traer como por ensalmo la tolerancia, el respeto, la riqueza -¡Ay!, la riqueza-, los nuevos derechos y más libertades se me ha enconado por dentro como cuando un eructo no le sale a mi bebé de cinco semanas...

Sánchez y Sánchez

Algunas de las cosas que quiso hacer Sánchez estaban bien, pero así no se hacen las cosas. Ni se deben presentar unas cuentas, en algunos aspectos ilusionantes, si no cuadran las cuentas. En estos meses pocos el presidente breve ha viajado mucho. Eso sí es indiscutible. Pero un día no y otro sí se ha contradicho, alegremente, sobre la conveniencia de convocar elecciones dados sus vulnerables 85 escaños. Algo que debía haber hecho antes, apoyado en su dicho sentido de Estado y en el sentido que tendría su gobierno, ya expresado en la oportunidad que le dio la moción de censura, «constructiva», como su verbo. Una moción histórica en la democracia española, ya que por primera vez sí llevó a quien la presentaba a liderar el Ejecutivo. Pero€

Domingo de misericordia

Sánchez puede culpar a la derecha «trifálica» -la ministra Delgado dixit, también muy alegremente, como cuando hablaba con Villarejo sin saber que la estaba grabando- de no haberle ayudado a seguir trayendo la riqueza, las libertades, la tolerancia, los derechos y el bla bla bla de antes. Culparla en todo momento, incluso, con mayor inquina que a los indepes, con los que siempre hay que dialogar mientras se quitan de encima a los pobres ajenos que les impiden ser más ricos (que eso y no otra cosa es el nacionalismo). Pero Sánchez no ha sabido expiar su pecado original tras comerse la manzana de la suerte y plantar con sus semillas el árbol que cobijase su acción de gobierno. Tan sólo la mordió y la tiró al suelo sin mirar si donde caía podía germinar algo. La actitud de Casado, por su parte, con su ración de insultos desbocados para capturar votos cabreados que ya lo confiesan a viva vox, quizá le venga más que bien al victimismo preelectoral del todavía presidente de España. Las urnas, que no el CIS de Tezanos ni las encuestas del diario Ara, les pondrán a todos en su sitio. Pese a abrirse el domingo de Misericordia no tendrán piedad. Incluso aunque de ellas no salga nada claro.

Cosas veredes

De entre lo más simpático tras el anuncio del adelanto electoral de ayer, destaco el tuit del diputado malagueño de Podemos, Alberto Montero: «Pues me acaban de despedir por la tele, cosas veredes...». Y así será. El profesor Montero podrá volver a sus clases en la facultad de Economía de la universidad de Málaga. Como errejonista no repetirá en las listas de Iglesias. Ni siquiera a pesar de compartir apellido con la madre de sus hijos, Irene, actual portavoz del partido morado en el Congreso. Montero, Alberto, dio mucho juego y del bueno en los debates como candidato por Málaga en las pasadas elecciones de 2016. Y, desde sus convicciones, no ha sesteado en su escaño. Pero ya en diciembre del año pasado dijo que como la dirección nacional de su partido no le había pedido que se presentase a las Primarias, pues no lo haría. Es verdad que el color morado se parece mucho al lila.

Aguas mil

Bueno, y los ciudadanos ¿qué? Tenemos los políticos que tenemos. En gran parte son nuestro espejo. Hay motivos para estar asfixiados por lo políticamente correcto, para reaccionar con rabia o desidia absoluta a tanta consigna idiota que ha terminado por disfrutar de patente de corso legal; motivos para sentirse apartado y despreciado por quienes han consolidado un crecimiento que no distribuye la riqueza, y motivos y motivos. Sin embargo, el voto sigue siendo el único correctivo que dará legitimidad a que todo siga igual, pero ya sin esa interinidad que tenía hasta ahora el gobierno de carambola de un Sánchez que parte con la iniciativa. Sobre todo, para que siga igual si Sánchez pacta con un Iglesias que, aunque a la baja, fuera suficiente para sumar. O el voto servirá para que esto cambie si Sánchez pacta con un Rivera que parece algo estancado. O para que cambie aún más si un Casado que está por demostrarse electoralmente reedita el tripartito andaluz. Escenarios todos, los planteo intencionadamente, que no necesitarían de los indepes que tanto están condicionando para mal una política española que hace aguas. Muchos de los cuales, a propósito, debieran hacerse mirar la calidad de sus líderes tras la reveladora entrevista de Torra con Alsina, en Onda Cero... Porque hoy es sábado.