El orgasmo del politólogo, la eclosión del tertuliano, el pasto del columnista, el sueño del asesor. Horas extra para el editorialista. Codazos por ir en las listas. Dos elecciones, dos. 28 de abril, generales. 26 de mayo, municipales y europeas, también en no pocos lugares, autonómicas. A los que se quejan de que vamos a votar mucho habría que recordarles que donde no se vota es en las dictaduras. Urge un documental sobre los fabricantes de urnas.

Pablo Casado ha dicho que el PP ha logrado que Sánchez tire la toalla, ¿esa es la concepción que tiene Casado de la política? la política como pugilato, noquear al otro. Ya puestos podría haber proclamado que le han echado los dientes abajo o que convoca herido de muerte por la oposición y sus propios socios. El PP ha votado junto a Bildu, ERC y los indepes catalanes en contra de los Presupuestos. Lo que nos interesa: los líderes políticos deberían tener un jefe de metáforas o un asesor de metáforas. Dejas a un líder que hable a su aire y te llena el discurso, qué se yo, de metáforas náuticas o taurinas o futboleras, en masa, a lo bestia y estas cosas, oiga, hay que administrarlas. No es que no se puedan emplear, es que hay que emplearlas con tino. Tino tinto. O blanco a lo mejor, pero tino.

En el supermercado electoral español la oferta se ha ampliado notablemente, incluso sobresalientemente. Hay más partidos que yogures. Tres opciones de derecha y dos o tres de izquierda, más los partidos regionalistas, los nacionalistas y los indepes, estos últimos marcados por un denominador común en sus programas: son un coñazo. Básicamente, un empecinamiento dogmático inamovible. Quiero diálogo pero esto que le digo es intocable. «El voto es el instrumento más poderoso jamás concebido por el hombre para derribar la injusticia y destruir las terribles paredes que encarcelan a hombres por ser diferentes de otros hombres», dijo Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos. Los presidentes de Estados Unidos tienen dos grandes querencias: invadir países y pronunciar frases solemnes. Hasta que ha llegado Trump, que prefiere muros y tuits macarras. Mejor es lo de Mario Cuomo, jurista y político compatriota de Johnson, aunque tenga nombre de personaje de El Padrino: «se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa». Soy capaz de encargar camisetas con esa frase. O un escudo heráldico, un llavero, una batamanta, un pin. Algo. Sería un buen tuit, además.

Prepárense para la poesía en grandes dosis, promesas infinitas y niños besados por candidatos amables y televisivos, solícitos y afables. Debates en televisión. Al menos habrá algo de creatividad. En cambio, la prosa como ya somos mayorcitos nos la sabemos casi de memoria, si bien conviene mucho guardar la capacidad de asombro. De hecho, en política, estamos viendo cosas ahora que nadie había previsto.