Este cuento se ha acabado, y no me refiero al libro de Sánchez, Manual de Resistencia, sino a la actual legislatura, porque al presidente más breve de la democracia no le han aprobado sus presupuestos y ha tenido que rasgarse la investidura. Hoy se presenta ese Premio Nobel de la literatura que bien debiera llamarse Manual de supervivencia, pues, en su ansía por confundir lo privado con lo público, Pedro Sánchez se convierte en el único presidente que edita libro estando en el cargo. Esto no sorprende viniendo de quien convierte la boda de un cuñado en cuestión de Estado para usar el Falcon, convoca gubernamentalmente a todos los medios y utiliza el atril de Moncloa para dar un mitin partidista, o disuelve las Cortes y, a posteriori, anuncia que aprobará decretazos de carácter electoralista.

Sánchez me recuerda al último anuncio de Casa Tarradellas. Ese en que una familia se muda de casa y la hija menor le dice al padre que no quiere irse porque «está in love con esta casa». Me imagino a Sánchez sentado a la cama de sus hijas, explicándoles que es bastante probable que el 29 de abril deban mudarse a un piso más humilde, más acorde a sus limitadas capacidades. Y las niñas con el berrinche al saberse sin escolta, ni visitas privadas al Palacio Real, ni vacaciones en palacios que son patrimonio nacional. Al final del anuncio se ve cómo la madre saca una pizza de la marca anunciante, se impone la cordura y toda la familia vuelve a la cálida normalidad.

Ya estamos en precampaña electoral, y lo que nos queda por padecer. Por mi parte ya salivo imaginando la pegada de carteles. El del PP lo imagino con un Casado en primer plano, sobre un fondo difuminado de gente que represente un muestreo de lo que ellos creen que es la sociedad española. Todo muy ordenado, estudiado al milímetro. Al de Ciudadanos no le vaticino grandes novedades. Desde que Rivera salió en pelotas ya nada volverá a ser lo mismo. En el caso de Vox espero algo muy racial, muy español, muy de aquí. Después de verlo montar a caballo en plan Putin o desafiar a la lluvia con el pecholata por delante, supongo que el cartel será Abascal comiendo cachopo, jugando al mus o cabreándose con la última alineación de la selección española de fútbol. Para Podemos más de lo mismo, aunque puede que Pablo Iglesias pose junto a Irene Montero frente a la puerta del casoplón. En plan revista Hola pero con una frase que cautive, que mueva a la izquierda, algo tipo: Si yo puede, tú también. El comunista Garzón ni está ni se le espera. Y por último, pero no menos importante, el cartel del PSOE. Ese lo tengo claro como el agua. Será un retrato de Pedro Sánchez que ocupe el 98% de la superficie, en plano contrapicado, y abajo, a la derecha, en Times New Roman 6, un traslucido y casi imperceptible logo del partido socialista.

Ya empiezan los codazos, los empujones, las zancadillas y las trampas por formar parte de la lista electoral. El ministro del Interior y la ministra de Justicia ya han hecho méritos para asegurarse la plaza. Verlos ponerse en pie y aplaudir a Sánchez como focas amaestradas, rindiendo pleitesía, babeando con devoción, es un billete de ida para formar parte del eventual gobierno que reeditará su pacto con separatistas y Bildu.

El reloj se ha puesto en marcha, los camiones de mudanzas se frotan las manos y las hijas de Sánchez no paran de discutir. Aún no han decidido si quieren la pizza con o sin piña.