'Mejor cuanto más roto', por Bartolomé Florido

Ir al colegio con el pantalón roto por desgaste o pasear con estos así era una deshonra para las madres en mi infancia hace más de 56 años a finales de los 50 porque se apreciaba mucho el decoro en la indumentaria. Criar niños era difícil para las madres antaño y al mismo tiempo eran avezadas por demostrar que el hogar estaba atendido. Me llega un suspiro al alma recordando aquel sentido de la responsabilidad. Recuerdo que yo llevaba pantalones cortos con más piezas que el ajedrez pero de colores distintos cada una y muy bien cosidos. Yo lo conservaba limpito hasta las 5 de la tarde en el colegio y luego se manchaba jugando. Tenía otro con dos parches simétricos sobre las posaderas pero el color de los parches era distinto del color del pantalón. Ya anunciaban detergentes en tv con dos payasos; uno se desteñía y el otro conservaba los colores y la sonrisa. La indumentaria parcheada se puso de moda 10 años después a través de los hippies desde Torremolinos al resto de España y el grupo Led Zeppelin la difundió mundialmente. Lo que era una vergüenza pasó a ser el no-va-más. Muchos llevan hoy pantalones con más roturas intencionadas que las paredes del caminito del rey y pagan muy caros los pantalones nuevos cuanto más rotos y el aspecto más usado. Gracias a Dios no están obligados por el hambre todavía pero estamos económicamente en ese rumbo hacia la pobreza extrema debido a la hostilidad contra nuestros fabricantes de vaqueros como la marca Pepe que era muy codiciada en Reino Unido.

'Ciudadanos se mutila', por A. Brea Romero

En un país tan dado a los extremismos, a las dos Españas cainitas, saludé con especial alegría la llegada de un partido centrista. Pero pronto se vieron las taras de la tierra de donde surgía. Un excesivo apego a una rígida ideología, primero a la izquierda y después a la derecha, hasta el punto de pactar ahora con la extrema derecha de Vox y reforzar su deriva ahora al extremo de juramentarse antes de las elecciones a no pactar con el PSOE. Apenas cabe, pensar en una manera de hacerse más daño a sí mismo y a España entera. Empiezo a comprender a los analistas que vaticinaban su fuerte caída electoral por el fracaso de un proyecto centrista que tanto bien nos podría haber hecho.