Está de moda fichar deportistas para la política. Era un vaso comunicante taponado. Ahora se abre. El PSOE de Málaga ha fichado a un nadador para sus listas; el PP fichó en Cantabria a Ruth Beitia, que al final se fue. En Marbella, Elena Benítez, campeona de taekwondo en Barcelona 92, irá en la lista socialista que encabezará José Bernal. Y hay más ejemplos ahora e históricamente. Muchos. Trabado, Bragado, Marta Domínguez, Abel Antón. Nos sale un catálogo muy apañado, la verdad.

Pero aquí lo que nos interesa es preguntarnos por qué no se da el paso inverso. O sea, de la política al deporte. Y no porque no haya experto en la cosa pública en correr (en sentido contrario a los problemas) saltar, hacer faltas o situarse en fuera de juego. También en pitarle penalty todo el rato al contrario. Los presidentes de las Cortes serían buenos árbitros. Sánchez, claro, sería un buen corredor de maratones, un resistente. A Casado lo vemos con más tipo de velocista. Ese se corre los cien metros que van de su partido a la derecha extrema en quince segundos.

A Abascal lo imaginamos de levantador de pesas, con ese pecho henchido que se le está poniendo. Ahí hay horas de gimnasio. Rivera sería un buen medio volante, corriendo de izquierda a derecha pero renegando de chutar con la izquierda. A Rajoy lo han metido en el banquillo hace rato, ahora que había renunciado algo a las sobremesas y tenía un tipín apto para ese poco estético marchar que se marca en los paseos marítimos. Los chiringuitos son la mejor meta volante del mundo. Pablo Iglesias está algo encanijao, pero a Errejón, que también, se le da bien saltar con pértiga la disciplina de Podemos y marcarse un pasodoble con Carmena que podría ser campeona de tiro al blanco si de disparar a Podemos se tratara. Villalobos se ha retirado, que era plusmarquista en el Candy Crush y los del PNV van encaminándose a la excelencia en lo que a regate corto y largo al Gobierno central de turno respecta. Ya se llevan poco los políticos obesos, con lo cual no hay gente para el sumo, no el sumo placer o el sumo hacer, el sumo deporte, japonés. Los políticos ahora se cuidan, incluso se cuidan de que no se sepa su pasado deportivo, que ahí está Teodoro García Egea, antaño lanzador de huesos de aceituna. Y ojo que no nos vamos a meter con esa afición, dado que es preferible a la otra que suelen tener unos pocos: robar, disciplina aún no olímpica. Pedro Pacheco corría maratones pero acabó en la cárcel. No establezcan relación entre ambos hechos, de hecho estuvo en la cárcel por contratar a dos, con lo cual media clase política estaría entre rejas. Evitando que se le cayera el jabón en el baño. El alcalde De la Torre va batiendo el récord de longitud de mandatos en la alcaldía y el portavoz de IU, Eduardo Zorrilla, es un gran nadador. A Puigdemont lo mandamos al waterpolo, aunque solo sea por asociación o confusión con Waterloo.