Creo que se puede defender cualquier causa pero me molesta que se haga tergiversando la verdad. Desde que ha empezado el juicio en el Tribunal Supremo el mundo independentista ha aumentado la difusión de falsedades interesadas, muchas de las cuales son gravemente ofensivas para el resto de los españoles, sin lograr que las mentiras se conviertan en verdades por el hecho de repetirlas incansablemente como algunos parecen pensar. Me limito a citar algunas que me parecen las más graves, a sabiendas de que no agoto el catálogo:

1.- En España no hay presos políticos sino políticos presos, que es muy diferente. Y los políticos presos no lo están por sus ideas sino por sus comportamientos presuntamente delictivos, algo que deberán determinar los tribunales. Cosas como violar la Constitución y el estatut, desobedecer a los tribunales, promover una declaración unilateral de independencia (que luego no tuvieron el valor de poner en práctica), convocar un referéndum ilegal, aprobar las llamadas “leyes de desconexión”, malversación de fondos públicos, etc. Si hubiera políticos detenidos por sus ideas el señor Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña, debería estar también en prisión porque defiende las mismas ideas que los que están siendo juzgados. Pero el señor Torra está felizmente libre y hablando de autodeterminación e independencia en televisiones y radios de todo el mundo, lo que demuestra que los que están siendo juzgados no lo son por sus ideas sino por sus actos. Elemental, querido Watson.

2.- En España no hay una Justicia bananera como afirman los separatistas catalanes que, sin embargo, es la que eligieron para sí en el momio de proyecto independentista que aprobaron en su Parlament y que preveía un Tribunal Supremo catalán cuyos miembros serían designados a dedo por el propio gobierno de la Generalitat. Probablemente por esta confusión desde Barcelona se ha pretendido vincular el apoyo a los presupuestos de Pedro Sánchez a que el gobierno de Madrid pusiera en libertad a los políticos detenidos. No se dan cuenta de que eso Sánchez no puede hacerlo ni aunque quisiera porque eso sí que sería bananero. Hay que explicar al señor Torra y compañía que en las democracias -y el reino de España es una de las veinte plenas que hay en el mundo- hay separación de poderes y el Ejecutivo no puede interferir en las competencias del Judicial. Elemental de nuevo, querido Watson.

3.- Otra mentira es que Cataluña sea diferente y no debe formar parte de España. Como cuando Franco lo decía de España para negarnos la democracia. Que España les roba ya han dejado de decirlo tras el debate televisado entre Borrell y Junqueras, que solo lograba balbucear incoherencias frente a la abrumadora brillantez del primero. Otra estupidez son las afirmaciones racistas y supremacistas que el señor Torra nos ha dedicado a los españoles: desde que no nos duchamos a que somos bestioletas descerebradas, «carroñeros, víboras, hienas... bestias de forma humana, que sin embargo emiten odio». Yo le aseguro al señor president que no somos nada de todo eso, aunque me temo que a la vista de lo anterior no se dignará a aceptar que mi palabra de bestioleta descerebrada vale tanto como la suya. Me preocupa que diga estas sandeces alguien que ostenta la presidencia de una institución tan respetable como la Generalitat catalana.

4.- La autodeterminación sólo la reconoce el Derecho Internacional para casos de dominación colonial y Cataluña no es ninguna colonia sino una vibrante comunidad autónoma que tiene su autogobierno, su Parlament, su lengua, su policía y una de las rentas per cápita más altas de España, en cuyo seno no le ha ido tan mal como dijo hace ya tiempo el maestro Vicenç Vives. Y si traen a colación casos como el de Kosovo, hay que recordarles que la discutida y discutible intervención internacional solo se produjo tras intensos bombardeos por parte de Serbia y el resultado es un desastre veinte años más tarde. Eslovenia (citada como ejemplo por el inefable señor Torra) logró su independencia tras una guerra con muertos y un referéndum legal apoyado por el 90%. Y los casos de Escocia y de Quebec nada tienen que ver con la autodeterminación, como ellos mismos explican con santa paciencia una y otra vez a los catalanes. Elemental, querido Watson.

5.- Alguien debe explicar al señor president de la Generalitat que la democracia no está por encima de la ley, como afirmó con desparpajo en una reciente entrevista radiofónica con Carlos Alsina en Onda Cero, sino que es la primacía de la ley la que ampara la democracia. En castellano a eso se le llama principio de legalidad y en inglés se dice Rule of Law. Sin eso no hay democracia, porque ésta no es solo votar (que es importante) sino que haya división de poderes y que la ley esté por encima de las propias interpretaciones sobre lo que es y no es democrático. Hasta el propio rey ha tenido que recordarlo esta semana en el discurso que pronunció al recibir el premio Paz y Libertad de la Asociación Mundial de Juristas. Porque nadie está por encima de la ley y esa es precisamente la garantía de que no habrá abusos ni arbitrariedades. Elemental de nuevo, querido Watson.

Este hombre, Quim Torra, tiene una soberbia empanada mental y eso es grave a la vista de la importante responsabilidad institucional que le otorga la Constitución y porque el resultado final solo será más frustración entre los que se crean toda esta sarta de burdas mentiras. Al menos no podrán decir que no les hemos avisado. A mí me gustaría ver libres a todos los encausados, que han mostrado bastante más dignidad que el huido de Waterloo, y que defendieran sus ideas dentro de la Constitución y de la ley porque fuera de ellas no hay democracia posible. Watson también estaría de acuerdo.