El Rey y Torra coincidieron en la inauguración del Mobile Congress de Barcelona pero hicieron todo lo posible por no coincidir. El presidente catalán se aseguró de llegar antes que el monarca para marcharse también antes.

Hay quien se muere por saludar a cualquier aristócrata y hay quien rechaza darle la mano al Rey en aras de un republicanismo/independentismo paleto, maleducado y decadente. Qué tendrá que ver la ideología con la educación. Luego hubo una cena. Pularda, dicen las crónicas. La pularda la tiene uno asociada a la Navidad y a los críticos gastronómicos de antes, que hacían las críticas con babero y tenedor grande y no usaban la palabra textura ni apelaban a los menús equilibrados.

Se empieza comiendo una pularda sin salsa y se acaba no dando las buenas tardes. La cena duró dos horas y Felipe y Torra estaban frente a frente. Debe ser duro no mirarse teniéndose tanto que decir. Se hablaron en la hora de los discursos. Torra recordó a Puigdemont, que a esa hora ya se habría tomado un bombón belga y estaría viendo Televisión Española Internacional. El Rey, que tiene tantos amigos que no le hace falta invocarlos, enfatizó que España es una democracia plena, situada entre las veinte mejores, entre las más asentadas del mundo.

Tal vez en ese momento, el de mentar la democracia, fue desgraciado para Torra, al que a lo mejor se le atragantó un trozo de pularda. Es lo que hay. Democracia. Le guste o no. Le gustaría más un Mobile Congress de baratillo, con él como único rey, rey del independentismo que sin embargo actúa como un valido del rey belga flequillero al que Inés Arrimadas (empeñada en perder su mucho carisma y crédito con las dos últimas operaciones políticas en las que se ha visto envuelta estos días) le ha montado un numerito a las puertas del casoplón.

La pugna entre el Rey y Torra hizo perder algo de protagonismo a Colau, que siempre quiere ser el centro de todo y siempre quiere quedar bien. Torra debe aborrecerla, por no ser indepe. El Rey debe aborrecerla, por tantas razones. Supongo que tras comerse la pularda se declararía vegana.

Barcelona está luminosa y los millones que deja el congreso son ingentes. A veces uno escribe una columna solo por utilizar la palabra ingente. Ingente realidad, ingentes pamplinas de tanta gente ilustre, ingentismo ilustrado, cuanta ingente por la calle esta mañana, ingente de naranja, no ingentes hacerlo en casa, tropas de ingentería. Ingente problema el catalán, pero más ingente la falta de educación y de ingenio. País raro. Pulardas para cenar.