Ayer se congregaron en Madrid miles de ciudadanos para protestar por el irremediable éxodo rural. Ese fantasma que en cada provincia y desde hace décadas deja huérfanas de vecinos a tantas y tantas aldeas, pedanías y localidades del interior. Sin embargo, uno de los mayores altavoces que esa otra España haya podido tener en meses se encontraba a esa misma hora a más de 1.700 kilómetros de distancia, en la ciudad escocesa de Glasgow.

Mariano García García, con solo 21 años de edad y en apenas dos semanas, ha pasado de ser una de las mayores promesas del atletismo español a codearse de tú a tú con los mejores mediofondistas del continente. Hasta el Nacional en pista cubierta celebrado en Antequera era un auténtico desconocido, casi tanto como su pueblo, Cuevas de Reyllo, pedanía murciana con un millar de habitantes donde reside y se entrena desde que empezó a disputar carreras escolares.

Todo cambió para siempre el pasado 17 de febrero. Mariano, que en cada salida simula delante de la cámara cómo arranca «la moto», puso la directa en los metros finales y de menos a más logró arrebatarle el oro de los 800 al favorito indiscutible, el salmantino Álvaro de Arriba. Con la mínima asegurada para su primer Europeo en categoría absoluta, el que concluyó anoche en Glasgow, a este joven «hambriento de gloria» no tardaron en lloverle las entrevistas. Casi hasta desesperarlo. «He tenido que apagar el móvil», confesaba el flamante rey de los 800 metros.

Su extraordinaria naturalidad y ese apego a la pedanía de Fuente Álamo que lo ha visto nacer y crecer multiplicaron de manera exponencial el interés mediático. Mariano reconocía que no se plantea abandonar la pista triangular de 300 metros, de tierra y con árboles en mitad, donde se entrena. O justificaba así cómo con ocho años decidió correr: «Me daba mucho miedo un perro que siempre estaba suelto en mi calle. Tenía que entrar en mi casa esprintando y en mi primer cross terminé segundo».

Tienen que ver la sonrisa de Mariano. La misma inocencia de aquel niño que sorteaba sus miedos a toda pastilla la ha reflejado en Escocia, protagonizando entrevistas que las redes sociales han vuelto a viralizar. Acerca de sus más directos rivales, al alcanzar las semifinales, manifestaba: «No sabía mucho de ellos, sólo que el de amarillo era de Suecia y el líder del año. Y que otro medía 1,87 y me saca una cabeza».

Pero junto a esa estampa de adolescente recién llegado a la ciudad y con zapatos nuevos (también había dicho que las zapatillas con las que ganó en Antequera se las había comprado su padre por 65 euros en el Black Friday), lo más importante es que a sus piernas no les pesaba esa típica presión del novato. El sábado puso otra vez su moto a punto, remontó y ganó con autoridad su semifinal. Había hecho realidad el sueño suyo y el de su preparador, panadero de profesión, colarse en toda una finalísima europea.

Anoche todos los focos eran para la moto. Pero De Arriba se cobró la venganza del Nacional y logró el oro, con un ritmo endiablado desde el inicio. Con su mejor marca personal, Mariano rozó el podio. Y se hizo eterno en el olimpo 4x4, el del «atletismo rural».