'Sin Carnaval ni libertad', por José María Grandas Menéndez

Ningún dictador permite el Carnaval. Es la fiesta de la libertad, el día en el que a los de abajo se les permite criticar a los de arriba, lo que constituye un freno preventivo a algunos de sus peores desmanes. En las Saturnalia, hasta los esclavos actuaban como amos por un día. En el Madrid posfranquista, llegamos a manifestarnos más de 160 grupos. Nuestra pérdida de libertades se fue manifestando en su control, disminución y prohibición final de toda “iniciativa privada”. El Carnaval se redujo a unas lujosas carrozas oficiales y danzas folklóricas de aquí o latinoamericanas. Por fin se ha suprimido espectáculo global. Así sea esfumado sin oposición pública una más de tantas otras libertades nuestras, estrangulada sin necesidad de otra ley mordaza específica más; otra prueba del escaso amor a la libertad de todos que predomina hoy en nuestro pueblo, que sus dirigentes alagan como democrático, cuando es simplemente apático, dócil, manejable ya hasta por los peores políticos.

'Animales y personas', por Julio Lozano Ramos

Se ha realizado una concentración ante la embajada china para salvar a los orangutanes Tapanuli. Desde hace varias décadas, mucho antes de que surgieran en España los movimientos animalistas, procuré defender en los medios y en la calle a los animales, aunque fuera por interés propio, pues está probado que el maltratarlos se propaga a las personas. Hoy constato que, siendo el país con mayor número de penas de muerte y genocidio de distintas minorías, prácticamente nunca se protesta por ello. Todos conocemos ya casos demasiado parecidos de mayor cuidado por los animales que por las personas, como se ven obligados por la necesidad a exhibir algunos mendigos en las calles. Algo muy grave, muy inhumano, está trastocando valores básicos de nuestra sociedad.