El pleno del Ayuntamiento de Málaga exigió ayer al alcalde, Francisco de la Torre, que retire a la concejala Teresa Porras las competencias sobre Limasa. Daría un mitad doble y un pitufo a la catalana por oír (presenciar no hace falta) la conversación tras el pleno entre el regidor y la concejala. Los ánimos, las explicaciones, estos son así, alcalde, ya, ya lo sé. Y tal.

Porras queda reforzada. Cada hostia que le da la oposición empecina al alcalde, la empecina a ella y significa que De la Torre no puede descabalgarla porque sería darle la razón a la oposición. Antes, muerto. Es un callejón sin entrada. Sin salida. Porras no pierde poder, pero pueden, ella y Limasa, llevar al alcalde a una situación, en plena víspera electoral, desquiciante y descacharrante, sin saber qué hacer con Limasa, con Málaga sucia, los puestos que se heredan, gerentes que prometen presuntos chanchullos y pactos de silencio. Todo bufo.

La izquierda quería la destitución de Porras. Y no pide su fusilamiento porque le da corte. Ciudadanos le echó un capotillo a Porras, como si ésta necesitara defensa de alguien. Los naranjas se prestaban a firmar la moción si en vez de pedir la destitución la cosa se quedaba en dejarla sin competencias sobre Limasa. Y así se hizo. Ciudadanos tiene habilidad para apoyar al alcalde pero no apoyarlo. Sí y no. Propiciar cambios para colarse en los titulares. Y eso. En cualquier caso, anotemos que Alejandro Carballo, viceportavoz naranja, fue de los más claritos: «El culpable de los problemas con Limasa siempre ha sido De la Torre que no ha sabido buscar soluciones». Habría que contestarle que sí, que ha encontrado una: dejarlo todo para después de las elecciones. Y que eso puede significar dos cosas. O que el alcalde piensa «el que venga detrás que arree». O que el alcalde piensa «ya arrearé yo, que vendré detrás». Arrear en cualquier caso. Arreemonos todos en la lucha final y la casa (Málaga) sin barrer.

Hubo palabras gruesas ayer en el salón de plenos. Recriminaciones, venablos e invectivas. No pasa nada, que suden y se pongan nerviosos y se ganen el jornal. Incluso alguien llamó a otro «actor», lo que da una idea del nivel y de lo que algunos consideran insultante. El portavoz socialista, Daniel Pérez, habló de Gobierno «corrompido», aunque uno es más partidario de la forma «corrupto». De lenguaje hablamos, oiga. Fue oírlo y ponerse a gritar. De la Torre, no Pérez: ¡Este es un Gobierno ejemplar, este es un Gobierno ejemplar!

Pues va a ser que no todo el mundo lo tiene tan claro.