Soraya Rodríguez ha pedido la independencia del PSOE. Se va. Está en contra de la política de su partido en el asunto de Cataluña. El periodismo es explicarle a gente que no sabe quién es Soraya Rodríguez que Soraya Rodríguez se va del PSOE. Fue portavoz parlamentaria en el Congreso, disfrutó de una secretaría de Estado y es de Valladolid. Aquí Soraya, aquí unos lectores.

Ayer a la mañana estaba polemizando en una tertulia matinal con algunos periodistas y con el exministro Belloch, que va moderando su aspecto y maneras de malvado tornándose en un maestro paternalista que tira de experiencia frente a locatis que buscan la diatriba para aumentar su caché.

En los cenáculos políticos se sostiene que Soraya Rodríguez podría acabar en Ciudadanos, que está fichando aquí y allá. Por ejemplo, al exministro socialista Corbacho para su lista por Barcelona a las municipales. No es el único socialista que busca la vitamina naranja. Albert Rivera dice que Ciudadanos es la casa común de los constitucionalistas, pero también parece serlo de los que consideran que la política no puede vivir sin ellos. No sabemos si es el caso de Soraya Rodríguez, a la que se le recrimina que no se fuese cuando la moción de censura y sí ahora que con seguridad no va a ir en ninguna lista.

Rodríguez se ha despedido con una carta en El Norte de Castilla, que es un periódico que dirigió Miguel Delibes. Esperemos que su prosa esté a la altura en un medio con semejante antecedente literario. Despedirse en un periódico, en estos tiempos en los que la gente o no se despide o lo hace en Twitter la honra mucho. Hubo un tiempo en el que te enterabas de todo por el periódico. Ahora estamos en un tiempo en el que todos los días te enteras por el periódico de que alguien se ha ido a Ciudadanos. El PSOE tiene un problema: su relación con los nacionalismos. Pero no falta quien opina que se ha quitado otro de encima: Soraya Rodríguez.

Mientras, prosigue la lucha entre sanchistas y barones regionales por hacer las listas al Congreso. La orden de Pedro Sánchez es «mis ministros entran». La de los barones, según el caso. Unos dicen No pasarán y otros afirman, vale, pero de dos. De cabeza de lista, uno de los míos. Aquí todo el mundo va a lo suyo, menos yo, que voy a lo mío. No da mal Rodríguez de tertuliana. Acento de Valladolid.