Cuando escribo estas líneas España entera, mal que le pese a quienes viven en las cavernas, se ha vestido de violeta; la marea ha llenado calles y plazas con las mujeres, y no pocos hombres, en guerra pidiendo igualdad. Un año después del atronador y reivindicativo 8-M ya no todo es igual. Hemos cambiado o, mejor, nos han hecho cambiar y vemos como el machismo da marcha atrás y da sus penúltimos coletazos. La marea feminista en la que no todos creían vino para instalarse y lo hace con la fuerza reivindicativa de saberse con la razón, por mal que les pese a quienes hacen ejercicios dolosos, cabalgando en la mentira, y que buscan arruinar un movimiento ya imparable. El PP no parece entenderlo y no estará en la manifestación, ni hará huelga; él se lo pierde. Ciudadanos sí estará con lo que llama «feminismo liberal» o, como lo han tildado, feminismo para capitalistas. Y Vox despotricando, algo consustancial en este partido de la extrema derecha y que, en Andalucía por ejemplo, exige la eliminación de la ley de violencia de género. Suscribo lo dicho por Javier Gutiérrez: «Como ciudadano el discurso de Vox me eriza la piel». Ni Ciudadanos y mucho menos el PP se encuentran cómodos en este terreno dominado claramente por la izquierda. Está en juego el voto femenino que representa el 51,6%; o que el 60% del voto indeciso sea, también, femenino.

Y, por aquí abajo, la Junta se mueve. Está aún en la etapa de despegue (take off) y queriendo llegar a la velocidad de crucero cuanto antes. El que más, Elías Bendodo, que no da puntá sin hilo aunque a veces tenga que tragarse la manifiesta incapacidad del consejero Aguirre para informar de su departamento, Salud y Familia. No se le puede negar cierta chabacanería -él alardea de ello- cuando dijo que su Consejería «está más seca que la mojama». Aguirre, con la complicidad de su viceconsejero, ya han diseñado el camino para ir privatizando servicios médicos, algo en lo que este último tiene acreditados servicios a la sanidad privada cuando trabajaba para Cospedal en la comunidad de Castilla-La Mancha. De entrada, de los 25 millones de euros para un plan de choque para reducir las listas de espera, 15 van para la sanidad privada. No extraña que el PSOE haya desenterrado el hacha de guerra y le pida explicaciones a Aguirre sobre la grave acusación de haber ocultado más de medio millón de personas en las listas de espera. Y si no las da irán a los tribunales. Aguirre también se ha fumigado la subasta de medicamentos con los que la Junta se había ahorrado 700 millones de euros. En fin, se nos viene el aluvión privatizador y poco se puede hacer.

Bendodo, que ya ha aprendido a sonreír en sus comparecencias los martes después de la reunión del Gobierno, se puso serio al anunciar que se iniciaba el proceso para eliminar el aforamiento, propuesta de regeneración democrática en la que no todos los partidos parecen estar de acuerdo. No es fácil porque la reforma exige la mayoría de tres tercios. Los socialistas pretenden que sea una regulación estatal y dicen que abrir este debate, ahora, es ocultar la «creciente paralización» de quienes «llegaron con el ánimo de comerse todo en unos días». La izquierda, con sus 50 votos, puede paralizar la reforma.

No me gusta dar consejos y mucho menos a quien gobierna Andalucía, el señor Moreno Bonilla, pero le diría que, por higiene mental, ordenara retirar las vallas en las que, con sonrisa de político en paro, promete la Bajada Masiva de Impuestos (BMI) o la creación de 600.000 puestos de trabajo. Dos promesas hartamente difíciles de cumplir y que son como una metáfora, como dijo su consejero de Economía (que es de Ciudadanos), el mismo que recomendaba a los parados venirse a la Costa del Sol a buscar trabajo. No me digan que el chiste es malo.

P.D. (1) Teresa Porras y Pomares, los dos insignes y todopoderosos concejales del Ayuntamiento de Málaga son como un dolor de muelas para Paco de la Torre. Lo puede pagar en las urnas si la izquierda sabe mover las piezas. Paco, fiel hasta la muerte (política)

(2) Murió uno de los padres de la Constitución, el centrista José Pedro Pérez Llorca. Lo conocí y lo entrevisté en vida. Todo un señor, amante del diálogo y del consenso. Algo que se echa en falta.

(3) ¿Hasta dónde llegará la torpeza del PSOE andaluz? No parece tener límites si nos atenemos a la lucha fratricida abierta en las listas de Sevilla. Puede que haya una explicación: los 'susanistas' no quieren que los 'sanchistas' dominen el cotarro. Lo dicho, lamentable y, de nuevo, lo pueden pagar en las urnas. Y lo malo es que la bronca abierta en Sevilla se puede trasladar a otras provincias. Torpes, más que torpes.