El mayor castigo infligido por Pedro Sánchez a quienes lo decapitaron no consiste en que ahora tengan que digerir su programa, sino en que tengan que tragarse su libro. Las memorias Manual de resistencia suponen el desquite, por recordar otro famoso título vindicativo de Pedro J. Ramírez, del presidente del Gobierno contra los barones y momias socialistas que intentaron liquidarlo. Maquiavelo aconseja con validez general no dejar malherido al adversario sin acabar la faena. En este enemigo concreto, el precepto susodicho debe aplicarse a rajatabla. De lo contrario, se le concede la oportunidad de apuntalar su revancha alrededor de los padecimientos pretéritos. “Daba la impresión de que querían borrarme de la historia del partido, como si mi etapa no hubiera existido, como si hubiera sido un paréntesis, un desliz de la organización”.

Sánchez escribe contra el PSOE, sin renunciar al sarcasmo difícil de casar con su función ejecutiva. “Susana Díaz no asistió el domingo a nuestra convención porque estaba enferma. El lunes la vi en un acto público y me alegré mucho de su rápida recuperación”. El subtítulo inexistente de Manual de resistencia sería “Cómo resistir al propio partido y gobernar en el intento”. En contra de la displicencia con la que fue recibido, el libro ha desbordado en algunas listas de superventas a La España en la que creo, del siempre soporífero Alfonso Guerra. El fundador del socialismo contemporáneo sufre así el trauma machadiano de verse desbordado en su sagrada parcela literaria por un advenedizo a quien considera un okupa del cargo que desempeña. El presidente del Gobierno dedica una mención escasa al número dos de González, porque no admite padrinazgos.

¿Sánchez se cree superior a Guerra? Sí. ¿Sánchez se cree inferior a González? No. “Yo sufría desaires de figuras socialistas con cierta frecuencia, y no solían ocurrir en el ámbito interno del partido”. Nadie en su sano juicio se creería una encuesta del CIS de Soraya o de Tezanos, coautor del programa que aupó al actual secretario general socialista. Sin embargo, el interés que ha despertado Manual de resistencia mide las apuestas de las elecciones generales con mayor precisión que una encuesta. Lo más grave es que merece la pena leer el libro, aunque haya que vadear antes los pasajes dedicados al cambio de colchones en La Moncloa y a la confusión entre San Juan de la Cruz y Fray Luis de León.

Puede que la autora real de Manual de resistencia sea Irene Lozano, pero Sánchez odia compartir los focos, por lo que despacha a su amanuense en cuatro líneas de agradecimientos. Es menos de lo que otros autores dedican a sus mascotas. Sorprende la ausencia de referentes en la experiencia del presidente del Gobierno, hasta que se advierte que está ta absorto en sí mismo que no necesita guías. Profesa una peligrosa inclinación al nihilismo, cuando se queja de que le acusaran de ser simplemente “guapo”, en una reafirmación vanidosa de esta guapura.

Sánchez ha conquistado la cima del PSOE en solitario, por dos veces. El coraje se le da por sentado, y la falta de oxígeno en la cumbre explica que acepte como irrefutable el comentario del militante que igualaba su resurrección con el Congreso de Suresnes de 1974, “un punto y aparte en la historia del socialismo democrático español”. Con todo, hay que alabarle la perspicacia de negarse a validar con su abstención la investidura de Rajoy en 2016. Se dio cuenta de que los líderes regionales de su partido apoyaban la rendición ajena, de modo que “otro ­-yo, para ser exactos- asumiera esa responsabilidad”. En el futuro podrían reprocharle un voto que le habían impuesto, y de paso evitaban que llegara a La Moncloa. “Percibí una clara desconfianza hacia mí, algunos de mis más ilustres compañeros de partido daban la impresión de resistirse a que gobernáramos”.

Rajoy es tratado en Manual de resistencia con simpatía, por comparación con la hostilidad sin reservas hacia los correligionarios de un gobernante que solo adora a un ídolo, él mismo. Ningún dirigente de derechas recibe un dardo semejante al análisis con hiel de la Federación Socialista Madrileña, “una organización secuestrada por Tomás Gómez”. Curtido como el primer presidente del Gobierno que se ha apuntado en dos ocasiones a las oficinas del paro, Sánchez guarda alguna semejanza con la silueta exótica del Papa Francisco. Tampoco el líder del PSOE desea rescatar todas las almas perdidas, solo las verdaderamente socialistas.

? A falta de brillantez, Sánchez ha exhibido la dureza que requiere su cargo. Exagera el orgullo por su tesis doctoral, tal vez porque la sabe discutida. Prodiga las metáforas aéreas, y resulta significativo que Manual de resistencia se haya convertido en el libro más vendido en Cataluña, cuando en su último tramo demuestra que el autor tampoco entiende el problema catalán. Esta ignorancia no le eximirá de tener que abordarlo.