I. «Deprisa, deprisa. Argumenta, pero rápido, rápido, que no tenemos tiempo. Venga, venga, termina, que hay mucha gente esperando para hablar. Esto es televisión. No te enrolles. Ve directamente al grano. Espera un momento, calla, que ahora tenemos que ir a publicidad. Cuando volvamos dentro de quince minutos continúas con tu razonamiento. Pero rápido. Un titular, dame sólo un titular sobre el tema. Tenemos que hablar en el programa de hoy sobre el juicio del procés, la huelga feminista del 8-M, las próximas elecciones, los decretos leyes. Tienes que razonar sobre todos estos temas de forma muy breve. Ya, ya, que tienen que hablar los demás. En este programa se puede decir lo que se quiera, siempre que sea corto».

II. Vivimos en la cultura del zasca, esas respuestas rápidas, irónicas y cortantes que en una sola frase breve pretenden demoler por completo las opiniones del rival. Apliquemos el estilo de twitter a todo en la vida. En efecto, 'zasca' es la onomatopeya de un golpe. Conviene no olvidarlo. El extravagante doctor vienés Sigmund Freud consideraba que la ironía era la forma de violencia moderna por excelencia, practicada con la boca en vez de con los puños, pero con una voluntad de destrucción semejante. Hace tiempo que ya no nos interesan los argumentos, sólo los puñetazos, aunque nos parezcan más elegantes los puñetazos que se infligen con una boca sobre otra. Como los besos.

III. «Y para este complejo tema hoy tenemos mucho tiempo. Así que les pediría que fueran extensos, que razonen detallando todos sus argumentos, que expongan los presupuestos y antecedentes de lo que van a defender, así como sus consecuencias. Hemos aplazado la publicidad hasta el fin del debate, así que no van a ser interrumpidos. No, no, por favor, no sea tan breve, la postura de su oponente no se puede refutar con una sola frase. Continúe, continúe hablando todo el tiempo que necesite, por supuesto». ¿Os imagináis algo así?