El PSOE dice que va a presentar una moción de censura contra el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. Pero no va a presentar nada. No da tiempo. Es dudosamente legal a estas alturas. Resulta incluso un esfuerzo inútil, que ya saben que solo conducen a la melancolía. Es un recurso para alcanzar notoriedad. Un recurso legítimo, una herramienta de márketing político, un subirse a la ola y alcanzar portadas. Un par de días.

La maniobra tiene como efecto que haya mucha gente que visualice a Daniel Pérez como alcalde. Como candidato a serlo. Está por ver que el resto de grupos, todos, quisieran a Pérez de cabeza de cartel. Él quiere que el resto de grupos se retrate, pero Ciudadanos ya ha dicho que no apoyará la tal moción y ni siquiera ha mandado a decirlo a un notable.

Cs ya se retrató rompiendo el pacto de investidura y a los grupos de izquierda no les hace falta más retrato que el relato de lo que ha sido su oposición: una oposición dura y contundente contra De la Torre, sobre todo por parte de Izquierda Unida con Eduardo Zorrilla al frente. De la Torre debe pensar que todo esto le beneficia, que esto le presenta como víctima y que a Porras y Pomares los va a destituir su tía, porque él no. Anticorrupción ha tomado cartas en el asunto pero ni el mejor croupier es capaz de desmoralizar a De la Torre, que si hace falta se monta un cuerpo de animadoras y animadores para el pleno, que se lo aporta Porras, y así se siente jaleado y querido. No le hace falta, ya tiene la estima de la mayoría de los malagueños, aunque también haya muchos que piensen, no es incompatible, que asistimos a la decadencia del proyecto político que representa en la ciudad de Málaga un PP a solas y solo. Hablando de cartas, anotamos que Daniel Pérez «internacionaliza el conflicto», que diría un indepe. Esto es, insta a «tomar cartas en el asunto» a Albert Rivera para implicar a Ciudadanos. Lo que ocurre es que el líder naranja está tomando tantas cartas que ya debe andar loco en la partida, con el pucherazo reciente en Castilla y su encarnizamiento contra Sánchez, al que le saca todo el rato el as de bastos para atizarle mientras el graderío se pregunta si guarda un as en la manga en forma de nuevo fichajes de ringorrango.

Para una partida de este calado, moción en una de las grandes ciudades de España, también hace falta que se le repartan cartas a Sánchez y Casado y hasta a Garzón e Irene Montero. Mucho naipe, algún tahúr. Una partida de póker tal vez devenida en cinquillo con no pocos prefiriendo el ajedrez.