La actualidad de Ciudadanos no es precisamente relajada. Las sospechas de pucherazo en las últimas primarias en distintas comunidades, dejan dañado al músculo del partido naranja, sustentado por la cabeza privilegiada de Fran Hervías. El tejemaneje interno de la política intrapartido nos deja claro que Ciudadanos tiene problemas, problemas graves. Los naranjas forman un partido curioso. Uno y trino: una marca de valor incalculable e indiscutible a nivel nacional, un partido con más poder que músculo a nivel autonómico y un curioso grupo en la arena municipal.

En la esfera nacional, Rivera y Arrimadas forman un tándem inigualable, unos JASP de los que marcan tendencia. Su liderazgo es indiscutible y su fuerza suma enteros en una política que se basa más en la imagen y en el aquí y ahora que en la ideología. Esos famosos bandazos en lo nacional también tienen su eco en otros estratos. En el caso de la política regional, Ciudadanos es lo que los millenials llamamos un overpromise de manual, un quiero y no puedo de toda la vida de Dios.

El equipo de Marín tiene más poder que músculo en Andalucía, es un partido con una fachada aceptable, pero casi sin cimientos ni estructura.

Es lo mismo que le pasa en la cosa local, y eso que en Málaga puede darse con un canto en los dientes. Mucho y largo ha sido el trabajo de Cassá para tener una estructura fiable, pero ni por esas. Los rumores llevan a pensar que a Cassá le darán una prejubilación feliz para colocarle por delante eso que tanto y tan bien maneja su partido: una cara independiente y que blanquee el cartel. Ya lo hemos visto en Castilla y León, no hay límites.