Las listas son las listas, o sea, que siempre levantan ampollas, originan enfrentamientos; hay quien se queda a la intemperie y a otros les toca la lotería. En ocasiones, casi siempre, las bases, la militancia importa un pimiento e incluso las estructuras orgánicas de los partidos son las que más tarde se enteran, con sonoros cabreos. La designación por Pablo Casado para que el periodista Pablo Montesinos sea cabeza de lista por Málaga por el PP no ha generado, en el seno del partido en Málaga, demasiadas alegrías; lo sabían, es cierto, Moreno y Bendodo, pero un mínimo decoro y respeto a dirigentes populares que llevan años comiéndose más de un marrón hubiera sido lo deseable. Veremos si Montesinos suma o abre grietas en la monolítica estructura del PP malagueño, regido con mano militar por Elías Bendodo.

Buscar independientes para copar puestos de salida en todo tipo de elecciones es práctica habitual en todos los partidos, pero no siempre se alcanzan los resultados esperados. Le pasó al PSOE (El juez Baltasar Garzón, por ejemplo) y sí acertó con María Jesús Montero, independiente en las listas socialistas para la Cámara andaluza. Es conocida la tensión que la llegada de paracaidistas o cuneros a las listas siempre genera. Pero es que, a veces, hay partidos como Ciudadanos con tan escaso banquillo (lo hemos comprobado con los cargos de la Junta que han tardado en ser cubiertos) que no tienen más remedio que echar las redes para conseguir rellenar las listas. Ciudadanos atraviesa su peor momento y a las puertas de unas elecciones. Albert Rivera no consigue mantener el entusiasmo hacia su partido y ha cometido demasiadas torpezas de partido viejo en la selección de candidatos, pucherazos incluidos. Rivera, paladín de la regeneración democrática, según se autocalifica, ya tiene motivos para entonar un mea culpa y tragarse no sé cuantos sapos.

Ciudadanos, además, sigue inmerso en la duda cuántica porque se empecina en el cordón sanitario al PSOE y a Pedro Sánchez, lo que tiene descolocados a muchos de sus votantes que se sitúan en el centro derecha. La estrategia de Ciudadanos es extremadamente peligrosa porque conduce a la polarización e inestabilidad del sistema. Ciudadanos no quiere sangrarse más por la derecha (Vox al acecho) pero no tiene la claridad, algo que se paga en las urnas, del PP de Pablo Casado, por ejemplo, que por tal de alcanzar el poder aparece sin complejos, sin perjuicios y sin cordones sanitarios, dispuesto a pactar con Vox, sea cual sea lo que pida el partido de la ultraderecha, como ya se ha demostrado en el apoyo dado a Moreno para alcanzar el poder en Andalucía. Ciudadanos se juega mucho si sigue empeñado en crear un frente de derechas con Vox que lamine no pocos de los consensos democráticos conseguidos. Y eso se paga en las urnas según podría suceder a tenor de lo que adelantan la mayoría de las encuestas. Y no lo digo, sino su socio independiente en Barcelona, Manuel Valls.

A propósito de Vox, el partido que incluye en su programa el fin de las ayudas a los partidos, Nada de Nada, en la más mínima ocasión que se le ha presentado ahí está poniendo la mano para recibir tres millones en ayudas públicas que propuso eliminar. Por lo visto, el dinero que le llega de un extraño grupo iraní no le da para mantener el provocativo tren de vida al que está abonado su líder nacional, Santiago Abascal. Por otro lado, resulta patético que el líder del PP Pablo Casado haya pedido a Vox no presentarse en algunas circunscripciones donde se podía ver beneficiado el Partido Socialista gracias a la acumulación de los restos. Vox, cada vez más crecido, le ha dicho que lo haga el PP. La batalla por los 99 escaños de la España vacía no ha hecho más que empezar. Pablo Casado, como hiciera Moreno Bonilla, les susurra a las vacas. El PP, ante la amenaza de Vox y Cs, se echará al monte para no perder su dominio en la España menos poblada.