Andan por las calles estos días las celebridades del cine español impregnando su glamour en este ambiente pre-primaveral que ya invade la ciudad. Convocados por el cada vez más prestigioso Festival de Cine de Málaga, directores, guionistas, productoras y demás profesionales del séptimo arte se reparten la expectación de un público que espera y aclama especialmente a los actores y actrices, son las caras conocidas, reconocibles, punto de contacto con el espectador -otro de sus muchos papeles- de esta maravillosa industria que por suerte no para de generar nuevas películas. Y menos mal.

Las encuestas también se pasean por Málaga -y por toda España-, contándonos también sus películas. No se sabe muy bien el género, eso va a gusto del votante, o del no votante. A mí personalmente en principio me parecen todas de risa. Aunque luego se vuelven un drama algunas. Y al final dan algo de miedo. Todo depende de los porcentajes. Más que pronosticar lo que va a ocurrir parece que pretendan forzar que pase lo que desean. Les llaman encuestas cocinadas, pero yo diría que son más bien invocadoras. No parece que quieran que te las comas, sino más bien que las cumplas, como si fuera el guión a seguir para que les fuera de cine. ¿A quién? pues no se sabe con certeza.

En la política, al revés de lo que sucede en el cine, no hay títulos de crédito después de cada campaña o gobierno y uno no sabe con seguridad quién merece el premio o más bien -y casi siempre- las culpas. Nos hemos de conformar con los candidatos, que al fin y al cabo no hacen más que cumplir con lo mandado, en este caso, interpretar muy bien que son ellos los que mandan. Ya va siendo hora de que les pongan una alfombra roja. O del color que quieran.