El reparto de la herencia

Durante el patriarcado puro y duro el patriarca tenía derecho de vida y muerte sobre toda su familia (mujer, hijos y ‘fámulos’, esclavos propiamente dichos). También, como es lógico, el derecho a repartir como quisiera su herencia o destruirla. Una mayor justicia nos ha ido llevando a obligar a repartir hoy dos tercios de sus bienes entre sus familiares directos.

El alargamiento sin precedentes de la vida, de unos 35 a unos 80 años, ha hecho que el tiempo que tardan los herederos ya adultos en recibir su parte se duplique y hasta triplique. De ahí que la justicia familiar requiere, para no perder gran parte de los avances ya conseguidos, una legislación que vaya adaptándose a las tan cambiantes circunstancias y dictamine un primer reparto parcial de la herencia a partir, por ejemplo, de la llegada a la edad adulta de los descendientes. Ya lo está realizando, en mayor o menor grado, la gran mayoría de los padres, por lo que sólo afectaría a esa minoría que aprovecha los cambios vitales para mantener un injusto dominio patriarcal sobre su familia.

Martín SagreraMálaga