La historia de Málaga se hizo en torno a su puerto y ahora ese recinto reclama atención, porque más allá de la evidente tarea turística, crucerística y hostelera que le hemos impuesto entre todos, pide a gritos una ampliación para poder seguir haciendo frente al tráfico de contenedores. Esa fue, al menos, la conclusión de un reciente foro organizado por este periódico en el restaurante Cantarrana al que asistieron el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, la subdelegada del gobierno, María Gámez, el presidente de la Diputación Provincial, Francis Salado, el presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, Jerónimo Pérez Casero, el decano de los arquitectos malagueños, Francisco Sarabia, y la vicepresidenta ejecutiva de la CEM, Natalia Sánchez. Hay un problema de fondo en toda esta diatriba: los terrenos del futuro auditorio, que se iba a levantar en el muelle de San Andrés, al parecer ya no pueden usarse para ello al morir el consorcio previsto para ello con los primeros recortes del Gobierno de Rajoy. Pero lo cierto es que Pérez Casero estaba en lo cierto cuando decía que habrá que hacer el Auditorio, pero a lo mejor no en esos suelos, porque ello afectará a la salida y entrada y camiones, por ejemplo, de Financiera y Minera. En su exposición, el empresario fue claro: el Puerto de Málaga siempre ha sido cerealista, una actividad que se ha retomado o que ha vuelto a crecer, y el recinto necesita nuevos suelos para hacer frente a la creciente demanda de tráfico de contenedores y usos similares, algo en lo que recibió el apoyo de Gámez, quien abogó, además, por crear un cinturón de economía azul en la zona. El alcalde explicó que sólo puede crecer hacia dentro, en terrenos de Santa Rosalía o del Valle del Guadalhorce,y abogó por retomar el asunto de los terrenos del Auditorio. Hay un proyecto vital para que el Puerto malagueño pueda soslayar su actual situación de asfixia: el soterramiento de las vías del tren, eliminando así las molestias de tráfico que sufren los vecinos de la zona, y aumentando la frecuencia de trenes con productos y diversos materiales. Ese soterramiento vendría a costar en torno a 30 millones de euros y hay partidos que ya se han comprometido a ejecutarlo si el Gobierno central no lo hace. Esas vías, advirtió Casero, deberían conectar con la estación María Zambrano y, a su vez, llegar al Puerto Seco de Antequera, llegando por tanto al corredor Central y al Mediterráneo, multiplicando exponencialmente las cifras de facturación y rendimiento del Puerto. En los últimos años, bajo el gobierno de Paulino de Plata, el Puerto también ha buscado diversificar su actividad, esfuerzo en el que se encuadra la posible llegada del hotel de lujo de capital catarí que tanta controversia ha levantado desde hace años en la ciudad, aunque parece que la burocracia va a acabar ahogándolo sin que unos y otros lleguen a un acuerdo sobre si beneficia o no a la urbe. Se habla de muchos proyectos pendientes (el Guadalmedina, por ejemplo), pero parece que el Puerto reclama ya su sitio como generador de empleo y riqueza. Escuchémoslo.