Steve Bannon, ideólogo del neopopulismo y exasesor de Trump, considera a Vox como el partido capaz de generar la nueva onda expansiva continental. «Ha salido de la nada», dice felicitándose por su crecimiento. Bannon sostiene que Salvini y Orbán son los políticos más importantes de Europa, lo que explica con la mayor precisión por dónde van los tiros. La onda expansiva de Vox está sirviendo en este país para apuntalar la crecida de Pedro Sánchez a costa de la fragmentación del adversario y para reducir las posibilidades del centroderecha que se siente encogido estratégicamente por la presencia del fenómeno Abascal. Sin embargo el asombro de Bannon parece fruto del candor que no ejerce: no es cierto que Vox haya salido de la nada. Vox procede del furioso descontento con la política practicada por partidos más convencionales en cuestiones que afectan a la soberanía nacional, igual que en su día otro tipo de descontento generó la onda expansiva de Podemos que ahora es un suflé. Sánchez, dado que le conviene, se encarga de alimentar al nuevo monstruo de la extrema derecha española, lo mismo que Miterrand hizo hace años en Francia con el viejo lepenismo para minar la fuerza de sus adversarios gaullistas. La estrategia de dividir valiéndose del miedo no es nueva. La desaceleración de Ciudadanos, por ejemplo, se debe a tres causas convergentes: la confusión entre sus votantes que desconocen por dónde va a tirar, los reproches de algunos electores por distanciarse de Vox y los recelos de otros que no quieren que se acerque demasiado. Vox está en todas la quinielas, incluyendo la de Bannon que es espantosa.