De repente todo el mundo habla del auditorio. El alcalde De la Torre llevará hoy una propuesta al pleno pidiendo sensibilidad al ministro de Cultura, cuando en realidad lo que habría que pedirle es dinero. José Guirao dijo en una visita a Málaga que el proyecto es excesivo y dio a entender que quizás la ciudad no tiene una actividad tan grande como para necesitar un auditorio tan magno. Ahí sin duda hay un fallo de protocolo. Cuando se trae a un ministro se le da un vaso de pajarete, un manojo de boquerones y un par de conchas finas antes de exponerlo al corrillo de micrófonos, para que no diga tonterías y sí alabe las bondades de la ciudad y su dinámica actividad cultural, bla, bla, bla. Pero claro, lo pillan con el estómago vacío y sin el leve desvanecimiento vinícola y el hombre tiende al no dispendio y a pensar que está en provincias, igual da que fuese Albacete, Toledo, Cáceres o Málaga. A ver si atendemos mejor a las visitas.

Si me dan a elegir (como dirían Los Chunguitos) yo prefiero un auditorión, caballo grande ande o no ande, gigante pero esbelto, vanguardista, icónico e incluso con una adecuada acústica interior. Pero no es menos cierto que los que afirman que en Málaga hay melómanos hasta debajo de las piedras no han levantado una piedra en su vida. El alcalde está dispuesto a la pelea con Guirao cuando Guirao más que estar de vuelta de todo está en plena provisionalidad, nadie sabe si el PSOE volverá a gobernar y si en caso de hacerlo el titular de la cartera repetiría en el cargo. Igual es como alancear a un soldado muerto. A ver si es capaz de tanta beligerancia con un gobierno del PP. Con la Junta ya se le ve más mansito.

Dice De la Torre, textualmente, que Málaga se merece un gran auditorio como «gran capital cultural europea que es», frase que incita a la carcajada misericordiosa, dado que nos acordamos, igual que se acuerda él, de la derrota de Málaga como candidata a capital cultural 2016. Si Málaga es gran capital cultural europea yo soy arzobispo de Nápoles, lo cual no es descartable, no deberían ustedes infravalorarme. Y si lo es, no sé entonces qué título habría que dar a Madrid, Roma, Florencia, Londres, no sé, incluso Lisboa o Utrecht. Málaga está de lujo y de cine, permutadísima para bien respecto a hace veinte años, con museos dignísimos que cada uno por separado justifica una escapategui findesemanera, sí, pero tampoco conviene por tontitos tomarnos ni hacer ejercicios comparativos que nos lleven a la melancolía. Ni al pajarete.