El título no pretende evocar la de Cristo, ni tampoco la obra de ese título de Marx, que no trataba en realidad de la familia, sino del grupo de hegelianos que encabezaba su antiguo profesor Bruno Bauer. Pero, bien, nada tiene que ver pero todo tiene que ver, como decía alguien allegado. Pongo el título por un supuesto marxista, aunque temo que poco lector de Marx, Don Pablo Iglesias Turrión, quien una vez hecho el nido con su mujer, y encaminados tres vástagos, la propone como sucesora. No es que no tenga derecho, claro, ni los tenga todos ella para sucederle y aspirar a las más altas cimas, pero da la impresión de que Don Pablo, del que algunos decían que había perdido la cabeza, ha regresado sin encontrarla. Hay algo monárquico, y por tanto poco republicano, en esa sucesión, un golpe a la línea de flotación del asamblearismo, al que como poco habría que adjetivar como dinástico.