'La tozudez de los hechos', por Venancio Rodríguez Sanz

Si alguna vez pretende concursar en un certamen literario de algún país latinoamericano, se dará cuenta de que en la gran mayoría de ellos no puede hacerlo. Y es que uno de los requisitos imprescindibles es que ha de ser del propio país convocante o estar viviendo en él. Entonces, después de picar en varios certámenes de allá, y cerciorarse de que lo que le digo es cierto, pinchará en los concursos celebrados en España. Entonces empezará a leer las bases de los certámenes en los que encajaría su obra y, ¡oh, sorpresa! Se percatará de que en los concursos españoles todo el mundo puede participar, se viva donde se viva y sea usted de donde sea. La única condición necesaria es que la obra esté escrita en español. Bien, cada cual tiene derecho a gastar su dinero donde le plazca, ¡faltaría más! Pero que no me vengan con el cuento de que los españoles, en general, somos racistas porque de los hechos se desprende otra cosa... Por otra parte, una cosa es la tendencia de una persona, y otra muy diferente es la tendencia del organismo que convoca el concurso. Creo que en este último caso la cosa es más grave. Podría poner más ejemplos, pero creo que con este botón sobra.

'Pinchazo en un "deo"', por Bartolomé Florido

No dudo que la sanidad pública andaluza es de las mejores del mundo. Soy diabético y tomo diariamente medicación contra el azúcar. He ido a una farmacia en Torremolinos en la mañana del 27.03.19 para medir el nivel pinchando un dedo para extraer una gota de sangre que mostraba el nivel 138 mg. La señora farmacéutica titulada me dijo que el nivel está alto y me recomendó visitar a mi médico de cabecera en ayunas. Por la tarde noche estaba el nivel ya en 160, me ordenó muy cariñosamente que yo visite mi médico inmediatamente, llamé para pedir una cita para cumplir su sugerencia imperativa al pie de la letra y me dieron la cita más próxima para el día 01.04.19 a las 12 horas. Mi nivel de azúcar estaba más alto a las 18 horas del día 28.03.19, acudí a la urgencia del ambulatorio del Calvario en Torremolinos y expuse mi situación al funcionario de la recepción mostrando los niveles medidos en la farmacia para que me ayuden a bajar el nivel de azúcar. Éste me mandó a mi médico de cabecera indicando que ahí atienden personas con afecciones agudas, mareos y otras situaciones precarias. Me fui andando 4 kilómetros a casa con angustia en el cuerpo debido a la incertidumbre durante los 3 días hasta la cita con mi médico. Yo pienso que este hombre ha procedido impíamente con un paciente de 67 años de edad quien ha cotizado 49 años a las arcas de la Seguridad Social. Mi afección sigilosa no conduce a estado de shock pero me está matando. Correcto es que me ayuden a bajar ese nivel hacia el baremo normal.