Viene al caso aquella cita del periodista neoyorquino Walter Lippmann, doblemente premiado con el Pulitzer a mediados del siglo XX, para recordar lo efímero de la noticia: «El periódico de hoy envolverá el pescado de mañana». Periódicos y pescado, géneros que por fortuna abundan en nuestra Málaga en cantidad y en calidad.

Se han encontrado otras muchas aplicaciones al papel de periódico por sus propiedades absorbentes o aislantes. ¿Cuántos de nosotros lo hemos utilizado para dejar impoluto el parabrisas del coche antes de un viaje? ¿Cuántas veces hemos visto en televisión cómo los ciclistas recurren al periódico para protegerse del viento? Mucho antes de saber en qué consistía la 'economía circular', la practicábamos en nuestros hogares con la reutilización de los periódicos.

Estos días en los que La Opinión de Málaga celebra su vigésimo cumpleaños he sentido la curiosidad de rebuscar en el desván de mi casa y he encontrado páginas del periódico en sitios insospechados: empaquetando objetos, protegiendo copas de cristal, forrando algún libro con la cubierta estropeada€ incluso un artículo de Antonio Banderas subrayado con rotulador. Los periódicos están en nuestras vidas, forman parte de ellas aunque a veces no percibamos su presencia.

Es fácil suponer que cuando el 25 de mayo de 1999 salió el primer número de esta cabecera hubiera muchos que desconfiaran del futuro de un nuevo medio impreso en vísperas del nuevo siglo, el de la digitalización, el de la explosión de internet. El tiempo le da la razón a los audaces, pues ya escribió Virgilio en La Eneida que «la fortuna sonríe a los valientes» y era de valientes poner en marcha aquel proyecto que hoy celebramos.

Las páginas de papel y los enlaces de www.laopiniondemalaga.es recogen la historia reciente de Málaga y su provincia. Pasear por ellas es como hacer un viaje por la historia, como abrir un álbum de fotos familiar y descubrir, de repente, que tus hijos se te han hecho mayores sin darte cuenta.

La Málaga de hoy, siendo la misma, es una ciudad distinta a la de entonces. Una ciudad que, manteniendo en el turismo su principal fuente de negocio, ha sabido diversificar su oferta para luchar contra la estacionalidad. Y lo ha hecho para convertirse en un referente de la cultura, sabiendo sacar el máximo partido, a su historia y a su paisaje urbano.

Una ciudad que, sabiendo anticiparse al futuro como pocas, supo apostar por la tecnología y la conectividad y es hoy un destino deseado para empresarios y profesionales de los nuevos sectores.

Esos logros se han alcanzado gracias a un trabajo colectivo que ha implicado principalmente a los ciudadanos, pero también a los poderes públicos, a las instituciones y a la sociedad civil a la que pertenecen los medios de comunicación.

En los tiempos vertiginosos que nos ha tocado vivir, los periódicos cumplen la función fundamental de vertebrar los territorios, transmitiendo a unos lugares la información de otros, haciéndonos ver que nuestros problemas y anhelos son más comunes de lo que a veces pensamos, trayéndonos historias humanas de superación o solidaridad que emocionan y destacan valores que estamos obligados a difundir y preservar.

Pero tienen entre su cometido uno que resulta imprescindible en las sociedades libres y abiertas: la crítica. Un ejercicio que, cuando se realiza con responsabilidad, sin caer en tentaciones fáciles, surte efecto. Confieso que muchas veces he reconsiderado mis posturas o reformulado mis planteamientos al conocer una crítica acertada. Y siempre fue para mejorarlos o enriquecerlos.

Esa responsabilidad social de los periódicos es la que da sentido a cabeceras como ésta y la que distingue el periodismo de verdad de otros sucedáneos propios de los tiempos actuales, en ocasiones demasiado líquidos. Esa responsabilidad social bien ejercida es la mejor garantía para perdurar en el tiempo y seguir cumpliendo años con salud y fortaleza.

Las páginas de La Opinión de Málaga en estos veinte años han envuelto muchas cosas más que el pescado del día siguiente. Ese papel ha ido envolviendo los sueños alcanzados, ese papel ha ido escribiendo el tiempo negro sobre blanco, conquistando un futuro que se hizo presente y que hoy es un pasado que sigue vivo en las hemerotecas.

Como presidente de la Junta de Andalucía pero, sobre todo, como malagueño, os animo a seguir saliendo cada día a conquistar el futuro. Es así como se hace historia. Ojalá sea por muchos años.