Rafael Sánchez Ferlosio no sufrió un síncope tras leer el lema de campaña del PSOE, pero le hubiera dedicado un artículo vilipendiador de una sola frase sin puntos al feísmo chabacano de "haz que pase". Este pastiche sería intolerable surgido de una noche de juerga en un sofá patata entre humos estupefacientes. Cuando se piensa que expertos en mercadotecnia han alumbrado la zafia violación del idioma castellano, es obligatorio revisar el dinero público que nutre a los partidos políticos. Ni el bailable Iceta incurriría en semejante disparate.

"Haz que pase" no tiene pase. El lema está robado de una escena del Titanic, sin duda la experiencia náutica más inspiradora para una formación que se presentara a un hundimiento electoral. Por si emparentar con Leonardo DiCaprio no fuera pecado progresista suficiente, el melindroso "make it count" que le escribe a Kate Winslet para citarse ha sido traducido con un diccionario troglodítico. Han versionado el sobado"make it happen" pero, en lugar de acogerse al estricto "hazlo realidad", le han añadido con el maldito "que" una denuncia de artificialidad.

Pronunciar "haz que pase" transmite la sensación de masticar arena. El confuso significado de la expresión puede disculparse en la película, donde el espectador tiene derecho a despistarse con los treinta metros cuadrados de pantalla que ocupa el escote de Kate Winslet. En castellano, "haz que pase" el votante suena a "haz que pase" el sirviente, y las formaciones políticas deberían disimular la falta de respeto que les merecen sus partidarios. Sin olvidar que los "haces" comportan asociaciones peligrosas en un país con una acendrada tradición falangista. Cacofónico por si necesitara censuras adicionales, el lema devuelve a la evidencia de que el PSOE está ganando las encuestas y las apuestas en contra de sí mismo. Hasta que pase.