Hace ya veinte años que La Opinión de Málaga comenzó su andadura en nuestra ciudad. Fiel testigo de la historia reciente de la provincia, esta cabecera es ya un referente informativo indispensable para el entorno empresarial, por lo acertado de sus contenidos, y el dinamismo y el rigor de sus profesionales.

En el tiempo transcurrido desde su apertura, La Opinión nos ha acompañado en tiempos de bonanza y de crisis, dejando huella escrita de la evolución de Málaga como ciudad líder en el ámbito turístico, con la apertura de sus más relevantes museos, y su consolidación como destino urbano predilecto para miles de visitantes cada año, avanzando hacia la diversificación y la desestacionalización.

Pero el desarrollo de nuestra provincia en estos años no se limita a la creciente importancia de su imagen internacional: Málaga es también un polo atractor de nuevos habitantes, y con ello, de profesionales que aportan sus conocimientos y su experiencia a un tejido productivo fuerte y dinámico.

Paralelamente, Málaga ha vivido un proceso de modernización, no exento de retos y dificultades. La entrada del euro, la evolución del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) hasta convertirse en un referente tecnológico, la ampliación del aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, la llegada del AVE, la puesta en funcionamiento del metro de Málaga... son todos hitos acontecidos en estos veinte años, que han impactado en nuestro modo de vivir y trabajar, en una mejor vertebración territorial de nuestra provincia, y en una optimización de las comunicaciones a escala nacional e internacional.

En lo que respecta a las empresas malagueñas, nos referimos a una etapa de vital importancia: Málaga es líder en creación de empresas en Andalucía desde hace ya veintitrés años, factor que reafirma la capacidad emprendedora que alberga nuestro territorio.

Todo ello, unido a una gran capacidad innovadora, que ha permitido a nuestros sectores de actividad más tradicionales, el turismo, el agroalimentario, y la construcción, evolucionar, especializarse y convertirse en punta de lanza de la exportación y la difusión internacional de nuestros productos y servicios.

Merecen mención, también, la proyección de nuestro sector tecnológico, de la logística y el transporte, de la economía azul, vinculada al mar, o de las industrias culturales y creativas, amparadas en una apuesta pública - privada por convertir nuestra provincia no sólo en exponente económico andaluz, que ya lo es, sino también en referente cultural.

Y no puedo dejar de hacer referencia al creciente protagonismo de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la sostenibilidad como vías para garantizar que el crecimiento sea coherente y beneficioso, apostando por que la innovación no sólo sea tecnológica, sino también social.

Se trata de un reto que venimos asumiendo desde las empresas y las organizaciones empresariales, impulsando un tejido productivo involucrado en acciones transformadoras que aseguren un mejor porvenir para nuestra sociedad y para las futuras generaciones.

Porque hacer empresa hoy integrando valores no sólo es posible, sino que supone también la mejor vía -si no la única- para alcanzar el éxito. Estamos convencidos de que la rentabilidad es compatible con la sostenibilidad, y de que las personas son el verdadero corazón de cualquier empresa.

A partir de estas y otras acciones, se viene propiciando también un necesario cambio en la percepción social de la figura del empresario, como generador de riqueza y empleo que repercute en el conjunto de la sociedad, y como agente que devuelve un valor al entorno en el que desarrolla su actividad económica.

Porque, como queda constatado en la evolución de nuestra economía y nuestra sociedad a lo largo de estos veinte años, las empresas crean riqueza, empleo y desarrollo, y en lo institucional favorecen el impulso y la gestión de los intereses comunes a todos los ciudadanos. Todo ello, sin olvidar su principal requisito, que es ser competitivas en un entorno globalizado y fuertemente digitalizado, en el que las demandas de productos y servicios son cada vez más específicas e inmediatas.

Y es que, a pesar de los grandes logros alcanzados, no por ello son menores los retos sociales y económicos que habremos de superar en el futuro. Por ello, nuestras empresas, tanto las que acumulan una larga trayectoria como las que han nacido en estos años, algunas muy recientes, necesitan un marco adecuado en el que poder funcionar y ser competitivas. Para conseguirlo, es necesario seguir incrementando el esfuerzo en materia de Diálogo Social, alcanzando acuerdos y compromisos a favor de la productividad y el empleo, así como superar los desencuentros de índole política, germen de inestabilidad y pérdida de competitividad.

En suma, en todos estos aspectos de la historia reciente de Málaga, La Opinión ha cumplido -y ha de seguir haciéndolo- un papel indispensable como medio transmisor de noticias, reflejo de nuestra realidad y estímulo para la generación de ideas y reflexiones, evolucionando también en la digitalización, y adaptándose a una sociedad muy diversa. Contribuyendo, en definitiva, al desarrollo de una provincia que, con el esfuerzo de todos, sigue avanzando en la buena dirección.

*González de Lara es presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía y Málaga