Llegado un punto en que la izquierda siente en peligro sus conquistas, o sus derechos, se echa a la calle. Así nació Podemos. Llegado un punto en que la derecha ve amenazados sus privilegios, o su idea de la patria, se echa al monte. Así nació Vox. Llegado un punto de empate, en que las dos partes se temen y no tienen esperanza de ganar, surge el centro. Llegado un punto en que una u otra parte cree que puede derrotar a la contraria el centro se hunde. Llegado un punto en que el Estado se siente amenazado, alguien vuelve a hacer operativas sus cloacas. Llegado un punto en que ya no hace falta, las cloacas se tapian. En cada uno de esos episodios, que pueden repetirse varias veces a lo largo de, digamos, medio siglo, sus protagonistas se ponen heroicos, creyendo de veras que están haciendo algo necesario y lo hacen por primera vez. El sistema los mira con ternura: todos son hijos suyos.