Gracias, gracias, y gracias. Podría decir muchas cosas, y todas buenas de El intermedio, pero resumo mis sentimientos con un gracias de espectador, además de comentarista de muchos años, más que agradecido. El intermedio cumplió, y celebró el jueves, su 2.000 emisión, todo un fenómeno, y lo hizo, como es lógico, con una entrega especial que tuvo como invitados a un montón de amigos, caras conocidas que han pasado o podrán pasar en estos 13 años de vida. 13 años. Qué bárbaro. Hay programas que van más allá de eso, de ser un programa de televisión. Casi desde que nació empecé a relacionarme con El intermedio como se relaciona uno con un informativo, pero sabiendo que este informativo, además de informarte -ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad, dice Wyoming al principio- te entretiene y divierte.

El programa 2.000, si me apuran, no fue representativo de El intermedio. Es más, me resultó flojito. Da igual. Yo digo como decía Fernando Trueba, El intermedio forma parte de mi vida, o mi religión, como apuntaba José Coronado, o que detrás de las caras más conocidas -Thais Villas, Gonzo, Dani Mateo, la gran, impecable, la siempre admirable Sandra Sabatés- hay un equipo -98 personas- fresco, preparado, con talento y capacidad para contarnos la actualidad destripándola hasta dejarla clarita, explicada y contextualizada hasta conseguir la rareza de ser un informativo riguroso y un programa del mejor humor, como decía la maestra Rosa María Calaf y Jesús Maraña. Termino con la imitación que Joaquín Reyes hizo en el especial. Tengo la mente de Iñaki Gabilondo y el culo de Beyoncé, -sobre Wyoming-. Pues eso, 2.000 intermedios más.