Aunque no exactamente en el sentido en el que lo decía el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, el problema de Diego Costa es que los límites de su lenguaje son los límites de su mundo. Esos límites le costaron la expulsión, y el lenguaje de Diego Costa dejó en inferioridad al Atlético de Madrid durante una hora de partido. No es que el equipo de Simeone se sienta incómodo defendiendo con orden y concierto y buscando el gol de vez en cuando, pero contra el Barça de Messi el orden, el concierto y la presencia de Griezmann no son suficientes. Griezmann no quiso fichar por el Barça el pasado verano y grabó un vídeo para anunciar su decisión de quedarse en el Atleti. Pues vale. Lo que a algunos nos sorprendió no fue que Griezmann decidiera ser el punto de apoyo a partir del cual el Atleti se movería hasta la conquista de la Liga de Campeones en el Metropolitano, ni que anunciara su decisión como si estuviera desvelando al mundo la fórmula de la Coca-Cola, ni que renunciara a jugar al lado del mejor futbolista de la historia, sino que el delantero francés dijera que comía en la mesa de Messi y Cristiano. Por favor. Esa frase le acompañará hasta el infinito y más allá. En la mesa de Messi están muchos, pero no para comer con Messi, sino para ser comidos. Messi se comió a Griezmann y, de postre, dejó en bandeja al Barça el título de Liga. Ya sé que la posverdad futbolística nos intenta convencer de que los hechos no tienen importancia y, así, ganar la Liga no significa nada porque lo único que importa en el mundo del fútbol es la emoción de la Liga de Campeones. Pero algunos estamos chapados a la antigua y seguimos creyendo en la tozudez de los hechos, y el hecho futbolístico más tozudo es que el Barça no solo es el mejor equipo de la Liga española, sino que ha condenado al Real Madrid, del que es difícil acordarse, a la irrelevancia más absoluta. Por desgracia, como dijo Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y asesor de Donald Trump, la verdad no es la verdad. Hay verdades tozudas, como la grandeza del Barça en la Liga, y verdades que aunque son verdades pueden confundirnos. El filósofo griego Anaxágoras sostenía que el Sol es más grande que el Peloponeso, y esa afirmación es cierta pero no explica bien el tamaño del Sol. Messi y Griezmann también son más grandes que el Peloponeso, pero no tienen el mismo tamaño ni, por supuesto, comen en la misma mesa. Messi come solito. Por eso está tan gordo de goles y jugadas para la historia.