El Patrimonio forma parte de nuestras vidas, y más cuando nos referimos a nuestros edificios, pues con ellos tenemos un contacto más directo. El Patrimonio no entiende de siglos, pues el mismo valor tiene la denominada «arquitectura contemporánea» que la anterior. Y resulta peligroso trazar una separación entre ambas, sobre todo cuando se tiende a defender sólo a una de ellas.

Málaga ha demolido gran parte de su Patrimonio arquitectónico, y todo ello a pesar de que se trata de un recurso no renovable, seña de identidad de nuestra Cultura. En ocasiones estas pérdidas son por desconocimiento de sus valores, pero otras tantas, y no pocas, también ocurre en edificios sobre los que existen publicaciones, e incluso con protección legal. Por eso hay que sensibilizar a todos, también a los que contamos con una formación al respecto, porque en la vida siempre se aprende.

Cuando algún miembro de la comunidad considera que un elemento patrimonial está en riesgo, tiene el derecho y la obligación de defenderlo. Todo ello, a pesar de que en pro del avance y la modernización, se haya ya decidido realizar una intervención que lo pone en peligro, y no excusarnos en que la lucha debe ser a priori. El Patrimonio debe rehabilitarse, y no tiene porqué estar supeditado a su transformación con un lenguaje actual, sino ponerse en valor.

Eso es lo que se propone a día de hoy en el portal de un edificio situado en el paseo marítimo Ciudad de Melilla, 23 (en origen 31) portal de un edificio situado en el paseo marítimo Ciudad de Melilla, 23 . Este inmueble plurifamiliar es obra de Antonio Lamela Martínez, se construye entre 1967 y 1971, y en él se retoman ideas ya planteadas en Playamar, conjunto que realiza pocos años antes en Torremolinos, en el que sigue postulados urbanísticos de Le Corbusier. En Melilla 31 cabe destacar el uso de los pilares sobredimensionados en su planta baja y la disposición en zigzag de los alzados de sus viviendas, que las orienta hacia las mejores vistas del litoral, permitiendo además la visión del mar desde su interior gracias al uso de vidrio transparente en sus barandillas.

Ese juego de quiebros también se reproduce en su portal, donde se crea un amplio e interesante espacio diáfano que conecta los ejes de comunicación vertical, los accesos al edificio y los de las plantas de aparcamiento. El lugar se conserva casi intacto, manteniendo sus teselas, su pavimento, parte del mobiliario original, la iluminación natural elevada e incluso el interesante juego de volúmenes de su techo, con una rica mezcla de texturas a través de los diversos materiales empleados. Evidentemente, se nota el paso de los años, pero no es recomendable una remodelación drástica como la hasta ahora propuesta, sino una rehabilitación respetuosa con el original.

Tenemos que plantear ampliar el catálogo de edificios con protección en Málaga, a pesar de las dificultades que nos encontramos en ocasiones. No podemos continuar demoliendo, abandonando, modificando descontroladamente o ignorando nuestro Patrimonio arquitectónico. Tenemos que defenderlo y ponerlo en valor, y no conformarnos simplemente con su registro documental o con su sustitución por réplicas. Pues nadie vería sentido a permitir la destrucción de este portal y realizar una copia en un inmueble cercano. Es lo que tiene el Patrimonio, que tiene que mantenerse en su contexto.

Por otra parte, la propia administración competente en la salvaguarda de este patrimonio, resulta frecuentemente lenta e imprecisa, pues las tramitaciones -una vez más- y tiempos empleados, propician esta falta de control. Cuesta trabajo creer que un edificio para ser BIC (Bien de Interés Cultural) o ser oficialmente 'catalogado' e incluido en el registro oficial del Plan General de Ordenación Urbana de Málaga, y en su provincia si es el caso, requiera de tanta burocracia. Y, ¿dónde está la aplicación de aquellas normas que se repiten reiteradamente en tantos documentos oficiales de planeamiento urbanístico en los que se propone la exención de impuestos y gravámenes a los propietarios de edificios catalogados patrimoniales con el ánimo de compensar sus esfuerzos por la 'obligación' de mantenerlos? ¡Quia!

Sebastián Del Pino Cabello es arquitecto, representante Registro DoCoMoMo Ibérico en Málaga, académico Numerario de la Real Academia de Antequera

Antonio J. Santana Guzmán es historiador del Arte, doctor, docente e investigador del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga