Nos recordaba recientemente Domi del Postigo, desde su columna en La Opinión de Málaga, que pasado mañana ya habrán pasado 13 años desde aquel 15 de abril del 2006. El día en el que nos dejó Félix Bayón. Tenía 54 años ese gaditano universal y legendario maestro "hors concours" de escritores y de periodistas grandes. Y autor de frases como ésta: «Los políticos son quizá los únicos seres de la creación capaces de tropezar dos veces con la misma mentira». (El País, 5-VII-2002)

Fue aquí en Marbella. Aquella Marbella a la que él tanto amó y por la que tanto luchó. La que siempre deseó ver y sentir como una honesta «Dinamarca con buganvillas». En el año 2006 el domingo de Resurrección cayó en un 16 de abril. Estaba ya escrito que nuestro amigo Félix Bayón, bondadoso convecino y orgullo nuestro, no estaría con nosotros en el amanecer de ese día, que siempre sentimos como más luminoso que los demás. Falleció recién caída la tarde del Sábado Santo. Nadie lo esperaba. Él tampoco.

Dos días después, ya en el lunes de Pascua, se celebró, al mediodía, en la iglesia de la Encarnación de Marbella una misa para darle el adiós a Félix, ya preparado para su último viaje. Acompañábamos a su viuda, Sagrario, y a su hijo, Pablo. Había en la iglesia muchos vecinos de Marbella y de otras localidades cercanas. La Encarnación nos acogía generosamente a todos, en sus blancuras andaluzas. A los de aquí y a todos aquellos que habían llegado milagrosamente a tiempo desde lugares lejanos. El templo se nos había quedado pequeño. Todos éramos parte de la gran familia de Bayón. Era obvio también que a todos nos aterraba el vacío que nos había dejado ese hombre tan valeroso como ejemplar, que nunca quiso pactar con la náusea.

Para nosotros, en aquella lucha - que no cesa, por ley de vida - contra los que odian la decencia y la verdad, nadie fue más beligerante, más honesto, más valiente y más brillante que él. Aquellos siniestros príncipes de las tinieblas, al servicio de su codicia y de sus ambiciones obscenas, aquellos cleptócratas insaciables, con sus cortesanos tribales y sus cómplices y oscuras banderías, también lo sabían. Las palabras de Bayón, su santa ira y sus intuiciones fueron tantas veces proféticas. Sentimos todavía hoy un escalofrío los marbellíes al leer estas líneas, escritas hace más de una década y media: "Durante años la Junta de Andalucía se negó a denunciar a Gil por delito urbanístico, excusando un no sé qué de cortesía entre instituciones....Es ingenuo pensar que la inhabilitación de Gil y las condenas que sin duda le van a llover restablecen sus atropellos. Ya son irreparables. Durante años, Gil ha hecho lo que quería gracias a la corrupción o la desidia de los que podían y debían controlarle. Ya no vale lamentarse."

Por respeto al maestro ausente, creo que debo continuar llenando esta página con las palabras de Bayón: «En este panorama, el pacto GIL-PP en Estepona es todo un hito. Si no fue el final de la inocencia - ya no quedaban muchos inocentes en la Costa del Sol -, sí fue el símbolo de que ya no se respetaban ni las apariencias. Fue la señal de inicio de este voraz juego de piñata que amenaza con esquilmar la Costa del Sol». (El País, 26-VII-2002)

«Zapatero va a hacer bueno otro eslogan; esta vez, suyo: que España y el PSOE se parecen. El PSOE, tras la marcha de Felipe González es un puzzle mal armado. Para hacer bueno el eslogan se necesita sólo reconstruir España encajando, como buenamente se pueda, los delirios nacionalistas. En esas estamos» (Grupo Joly, 5-XI- 2005).