Ya sabemos que el candidato a la presidencia del Gobierno por el PP dice a sus nenes que no aparece mucho por casa porque anda en un concurso de la tele. Pobres hijos de Pablo Casado, escribía aquí mismo hace unos días, al saber que el padre les miente también a ellos y que, aún peor y cruel, quizá ni gane el concurso. La semana pasada, en una entrega especial de la casa taberna cocina de Norberto Juan Ortiz Osborne en la que recibe a gente que se somete a preguntas chorras del cantante rancio de rancheras se celebró una cumbre al más alto nivel de representantes de residuos de grasas saturadas españolas, cumbre que contó además de con el papá mentiroso con otros concursantes, aunque la estrella fue, una vez más, el reconquistador barbado. La cumbre cuatrifachita, entre invitados y anfitrión, fue estrambótica, blanqueadora, maravilla catódica comparable al delirante chapoteo de la misma cadena, emisión matinal, en torno a la posibilidad de que la señora Isabel Pantoja apoyara con su presencia en Guadalix a Paquirrín -como así fue- por lo de GH dúo, que perdió. Veo asombrado por el ímpetu de la diatriba a unas señoras contertulias que sólo tienen su paralelismo en el encono que veo en La Sexta noche hablando de política. Descubro a una despatarrada Cristina Tárrega enfatizando sus opiniones con meneo de manos, requiebros de cabeza y, sobre todo, de unos labios triangulares que acentúan su natural ordinariez, y asisto compungido al declive, también comentado aquí, de Bibiana Fernández, que aún tiene chispazos de brillante verbo e ideas llamativas, como cuando dice, al ver que el realizador pincha un plano con todas las tertulianas, ocupando el centro de la pantalla el copresentador del programa, que son las hijas de Bernarda Alba al vestir todas de negro, siendo Bernarda Joaquín Prat. Hay quien se toma esta forma de pasar la mañana como un juego de niños. Yo lo intento, y de vez en cuando trato de ver estas pamplinas con mirada infantil, virginal, como si no supiera nada, pero me superan, no aguanto, me aburro a los dos segundos.El obispo Drag

También los de Polònia, que es de lo que trato de hablar desde el principio, programa satírico de la televisión autonómica catalana que el papá que concursa en un programa nacional dijo que podría cerrar si TV3 sigue al servicio del independentismo, fue de nuevo suplantado por su alter ego, el tío de la mula, que llegó parodiado por el actor Noe Blancafort -en lugar de Toni Albà, apartado de Polònia por un comentario insultante en Twitter a Inés Arrimadas- subido a su Babieca en un sketch simple pero delicioso. Con Dios, dijo el clon del conquistador subido al caballo, vengo para aparecer en un gag humorístico, pero no hace falta que me maquillen, no soy maricón. Oiga, que aquí no pueden entrar animales, respondió un trabajador viendo al henchido jinete en el pasillo, y el caballo tampoco, terció el clon de Joan Tardá. Hubo cierre de despachos, amenaza de despidos, envíos a la hoguera, y hasta exhibición de la pistola del líder de chiste de la extrema desgracia, dejando claro que TV3 echaría el cerrojo. ¿Un juego de niños? Mejor no mentar a la bicha, que la preña el primero que pasa por ahí. ¿Están encinta los concursantes, la presentadora, los llamados «coaches», palabra tan ridícula como las terapias ilegales y clandestinas para «curar» la homosexualidad que forman parte del canon obsesivo del hooligan católico Juan Antonio Reig, alto mando de su iglesia en Alcalá de Henares? ¿Está preñado por alguien más que el Espíritu Santo este tipo que se viste con ropajes de la mejor «drag queen»? A lo que voy, que me acerco un poco, sólo un poco, al mundo de La voz ahora que llegó el miércoles a su final, y sigo viendo lo mismo. Un juego de adultos que no lleva a ningún sitio. Y a Paulina Rubio, una de las coches, sí, coches, no sólo sobreactuada sino desafinando. ¿Sólo a mí me rechina la oreja en los directos? A Paulina no me la creo, y eso que dice estar dejándose llevar por su corazón, y Antonio Orozco, otro foro coches tan hueco como una rueda sin inflar, ni me llega ni nada de nada. En fin, que La voz y sus hermanos de formato me parecen prescindibles, no han nacido para mí. Ganó esta edición el chico que cantaba en el metro, Andrés Martín, el elegido por el malagueño Pablo López. Levantó al público, hizo que la presentadora, Eva González, dijera mil veces que era una noche de emociones fuertes, y que en esta edición la protagonista de La voz ha sido la música -sólo faltaba que hubiera sido la horticultura-. Pues ni por esas. Este chico ya ha pasado al olvido. No me mola ese juego.Gallifante al hijo

De juegos, me quedo con el original de los niños. No soy nada mitómano, y nada es lo que digo, nada. Sin embargo, Juego de niños me trae ecos del comienzo, de mis principios como comentarista de este medio mágico, también presentado por Javier Sardá, ahora alternando ese puesto festivo -supongo que será la próxima semana cuando TVE, al fin, estrene esta nueva edición, con José Corbacho y el brillante Juan Carlos Ortega- en labores de comentarista político frente a verracos falsarios como Inda, entre otros. Claro que habrá gallifantes, y famosos que peleen por ellos adivinando lo que hay detrás de las descripciones, siempre desternillantes e ingeniosas, de un puñado de críos. Qué pena que este Juego de niños eche mano, entre los famosos, del pesadísimo y torpe y repetido Mario Vaquerizo, que ahora pasea su estulticia por algunos platós como escritor, sí, de libros, válgame el cielo, convirtiendo la literatura no en un juego de niños sino en burdo negocio. Se ve que el peaje que han de pagar los espectadores es muy elevado, aunque, y perdonen la comparación, no tanto como el de la anciana de la residencia madrileña al que unas cuantas hijas del diablo maltrataban, imágenes grabadas con firme frialdad de abogado por Francisco Polonio, el hijo de una de ellas, para denunciar el suplicio de su madre. Este juego de hijo ha recibido el gallifante esperado, que se descubra una verdad que hiela y paraliza el corazón más insensible.

La guinda

Mouliaá en TVemos

Ni me gustan ni me disgustan los formatos tipo Vídeos de primera -década de los 90, en TVE, con Alfonso Arús, ahora en las mañanas de La Sexta con Arusitys-. Lo cierto es que La 1, de la mano de la actriz Elisa Mouliaá, ha vuelto a recuperar TVemos, que ya emitió en 2015. Y va de eso, de vídeos domésticos, de animales, niños, de rarezas. Y resulta que supera la audiencia del inane Lo siguiente, de Raquel Sánchez Silva.