Málaga ha experimentado una gran transformación en las dos últimas décadas y los ciudadanos hemos contado con un testigo de excepción que nos ha relatado fielmente y con rigor cómo ha sido ese proceso.

El nacimiento de La Opinión abrió una nueva manera de ver y analizar las cosas. Decenas de jóvenes periodistas, hábilmente capitaneados por el incombustible Joaquín Marín -que en paz descanse-, ofrecieron una visión diferente de la política, la economía, la cultura, el deporte y, en definitiva, la sociedad malagueña.

El ámbito jurídico en el que se inserta el Colegio de Abogados de Málaga también se benefició de la aparición de este medio de comunicación que, con el paso de los años, forma ya parte indisoluble de la historia contemporánea de nuestra provincia. Posteriormente, Juande Mellado y José Ramón Mendaza -ahora- han imprimido su propio sello de identidad a un periódico que cuenta con la confianza de los lectores.

En tiempos de fake news y multitud de informaciones tendenciosas, es de agradecer el hecho de que en Málaga podamos contar con medios de comunicación serios que garanticen el derecho a la información de los ciudadanos.

Paralelo al crecimiento de la provincia y del propio periódico se ha producido también el del Colegio de Abogados de Málaga. Cuando salió a la luz el primer número de La Opinión, el 20 de mayo de 1999, nuestro Colegio ya contaba con sede propia en el número 13 del Paseo de la Farola. Sin embargo, mucho ha cambiado desde entonces tanto el interior del propio edificio, como la presencia de la corporación en el conjunto de la provincia y, sobre todo, el ejercicio de la abogacía.

Por un lado, la sede central del Colegio de Abogados se ha modernizado. La institución ha crecido mucho y ha sido necesario aumentar los recursos técnicos y humanos para adaptarla a las necesidades de los colegiados y del conjunto de los ciudadanos.

No podemos olvidar que se trata de una corporación de derecho público que presta servicios indispensables para asegurar el correcto funcionamiento del Estado de Derecho, como el relativo a la Justicia Gratuita y el Turno de Oficio, con el que se asegura que cualquier ciudadano, independientemente de sus recursos económicos, tenga derecho a una tutela judicial efectiva. Sin abogados no es posible ni el Estado de Derecho ni la propia Democracia, esto es innegable, y por eso la profesión de abogado es la única que viene reflejada en la Constitución Española precisamente cuando hace referencia a los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Acompasado al cambio vertiginoso de la provincia se ha producido la mayor presencia de la Abogacía en la vida social malagueña. La razón de ser de la Junta de Gobierno que tengo el privilegio de presidir son los colegiados. A ellos nos debemos y son ellos quienes guían nuestros esfuerzos. Detectamos sus necesidades, que son las nuestras, y luchamos sin descanso para mejorar sus condiciones y dignificar la profesión.

No obstante, hemos entendido que esto no significa que debamos vivir de espaldas a la sociedad. Es más, el compromiso y la presencia del Colegio de Abogados se hace cada día más patente en Málaga y en los ocho partidos judiciales donde tenemos sede física (Torremolinos, Fuengirola, Marbella, Estepona, Ronda, Coín, Vélez-Málaga y Torrox).

Este es el espíritu que nos mueve a la hora de promover y firmar convenios con instituciones públicas y organizaciones sociales en defensa de los derechos e intereses de los ciudadanos, como los relacionados con la intermediación hipotecaria, los delitos de odio o la atención a las personas con diversidad funcional, entre otros muchos. También hemos sido pioneros en la puesta en marcha de un turno de oficio específico para atender a los migrantes que llegan a nuestras costas en busca de un futuro mejor, porque tienen tantos derechos como cualquier otro ser humano.

Las páginas de La Opinión han contado en sus más de 7.000 números desde que viera la luz el primer ejemplar todo este proceso de cambio en la Abogacía malagueña, que no sólo afecta a aspectos organizativos o de funcionamiento, como todo lo que tiene que ver primero con la generalización de internet y recientemente con Lexnet, sino también al propio concepto y sentido de una institución que ha entendido que se debe a los abogados pero también al resto de la sociedad. Hemos crecido mucho juntos, pero tengo la sensación de que lo mejor aún está por llegar.

*Francisco Javier Lara es decano del Colegio de Abogados de Málaga