Lo leía en Bonn esta Semana Santa, que Francisco de la Torre intentó un golpe en Palacio y quiso nombrar a José María García Urbano número dos de su candidatura electoral, estas cosas pasan porque se ha acostumbrado a hacer lo que le da la gana, me dice mi musa en un brindis de Kölsch. Y es que soy lo peor que se puede ser, libre en mis opiniones, eso sí, pago un precio. Entró como independiente, como entran los independientes en los cenáculos del poder de la mano del PP, con gran cabreo de los afiliados, que se preguntan ¿para qué coño estamos aquí si después nombran al que está en su casa? Y es verdad, y eso que Paco de la Torre fue el verdadero sostén del gobierno municipal de Celia, y tiene Málaga en su cabeza, y es ejemplo de honestidad y que sin él aquel barco habría hecho aguas en este Mar de Alborán. Celia hoy está fuera y él dentro, contra la opinión de su señora esposa, que todo hay que decirlo. Es la serotonina del poder. Lo peor de todo es que las personas que dicen que lo quieren no le susurran lo que piensan, su condición de turiferarios puede más. Cosas de la corte.

Comentamos de esto y de otras carnes magras en el Triángulo de las Bermudas con el juez, ahora en excedencia, Javier Gómez Bermúdez, un empresario archiconocido, un doctor jubilado y su señora escritora y este su seguro servidor y escolta. Por cierto, que el juez - acompañado ahora de una doctora madrileña muy simpática que recomendaba una terapia pélvica que da para un memorial- estaba exultante y no es para menos, a la mañana siguiente se casaba la hija del magistrado de la segunda matanza de Atocha. Lo que no sabrá mi colega, y caballa, Elisa Beni, su ex dos... Pero él es€ cómo diría yo€, de Álora, lo que imprime carácter.

Pero aquella noche estaba lejos de otro día. Ahora toca la carnicería de Sri Lanka, yo siempre digo Ceilán, aunque me quede en el pasado, algo de lo que todo el mundo huye como de la muerte. Me parece que, otra vez, era Borges el que decía que un muerto es un hombre (se entiende que también una mujer) por el que ya no pasa el tiempo. Y es verdad. Los cristianos son hoy la comunidad más perseguida y masacrada en el mundo, no solo lo dice Bernard-Henri Lévy, uno de los pocos intelectuales valientes europeos. Hoy, los intelectuales no solo tienen que parir ideas, además han de tener agallas, porque lo políticamente correcto, una suerte de cáncer contemporáneo activado en los laboratorios del stablishment bienpensante, te devora, bueno, a quien se deja. Pues bien, después de 30 años de guerra cruenta entre Visnú y Buda, allá en el Índico, estallan las iglesias y los hoteles en una bola de fuego naranja y roja envuelta en polvo.

Todo esto tiene lugar como en una resaca vengativa de domingo, a la vez que Rosa María Mateo sirve en bandeja un debate en RTVE al presidente del Gobierno y a Ábalos, dos por uno, y antes el gran Manuel Alcántara se despide en silencio, a la par que IU desoye, naturalmente, a sus bases y pacta con Podemos en la Comunidad de Madrid, bueno, y la actual concesionaria gana el concurso para gestionar el CAC, no lo olvidemos. Pasan tantas cosas... que el silencio envuelve que Teba y Campillos sigan sin recibir ayuda del Gobierno seis meses después de las inundaciones. Y todo con un oleaje de levante, no sé de qué fuerza, en Rota, en la calle Bésame en esta esquina, a la que tantas veces acudo para leer una inscripción que unos metros más allá descubro junto a unos bloques de hormigón, «cuando Hércules separó las columnas y se juntaron los mares, el Oráculo ordenó lanzar una saeta que señalaría el lugar donde morirían las futuras civilizaciones».

Ya entre el gentío y las tabernas, perdidos, resulta imposible encontrar el vino de Victoria Ordóñez, el Martí-Aguilar, un tinto con uva de los Montes, y entonces ya lo sabes casi todo. Por eso, es muy importante que hoy, querido lector, vote usted bien, nos va mucho en la apuesta, y eso que sabemos que Antonio Colinas se atrevió a escribir:

«Traes contigo una música que embriaga el corazón»,le dije. Y en mis ojos rebosaban las lágrimas.