A la vista del fracaso de las encuestas en las últimas convocatorias, y del augurio de un 'voto oscuro' (de la extrema derecha) que pudiera acabar siendo un agujero negro, cundía el temor a un corrimiento de carga. Esa inquietud se convirtió en vértigo a la vista de los datos de participación, con el inusitado incremento del 10%, un voto flotante que podría haber ido a cualquier sitio. Puesto que el resultado refuerza la izquierda, y la extrema derecha sólo fagocita a sus vecinos de rellano, se siente uno inclinado a pensar que el miedo al agujero negro ha acabado evitando que el dichoso agujero negro se materializara, pues igual que hay profecías que se autocumplen las hay que se autoniegan. Pero la conclusión más cierta sería que el pueblo español es mucho más sereno que su clase dirigente, siempre al borde del ataque de nervios, y tiene verdadera pasión política por la estabilidad.