Se le hace raro al viandante no oír promesas, no ver gente dando mítines, no atisbar a repartidores de propaganda en el mercado. Es raro no escuchar como alguien te pide el voto y no observar a un candidato besando niños y estrechando manos de ancianas. La campaña ha acabado. Se nota. Los periódicos siguen viniendo pringados de política, pero es ya de política del día después, política de pactos, política de reparto de ministerios. Análisis. Datos. A algunos analistas los análisis le salen petados de sectarismo, que es peor, digo yo, que tener colesterol. Con colesterol no puedes comer chorizo pero con sectarismo te ves obligado todo el rato a merendar enemigos e incluso cenarte a compañeros de partido.

Un joven desmonta un atril. Acarrea también las palabras que en él se dijeron. Las empaqueta y las sube a una furgoneta. Se cae un adjetivo. Vuela un sustantivo. Sustantivo político. Los verbos se resisten a viajar. La campaña se acabó de repente, como esos amores de verano que no aguantan una llovizna de final de septiembre. Se van con el otoño.

La campaña se fue con un domingo primaveral y dio paso a un lunes impuro, lunes cercano a una fiesta, lunes embozado. Lunes pero menos. Hoy el martes trae aroma de viernes, vermú quizás y por qué no Feria del Libro.

Se nos va abril y uno no puede dejar pasar el mes sin citar esos célebres versos de La tierra baldía de Elliot, ya saben, abril es el mes más cruel. Lo saben hasta las piedras. Lo de las piedras es también de Elliot, no vaya a pensar el lector que es un coloquialismo del columnista. Sánchez habrá dormido bien estas jornadas, no todos los días se ganan unas elecciones. Casado habrá dormido mal, menos mal que está casado, peor sería dormir mal y solo. Abascal soñaba con la gloria. Los escaños que ha sacado su partido le caben en la imaginación, pero él esperaba lo inimaginable, que algunos demoscópicos habían cifrado en setenta escaños. Al final llevaba razón Tezanos, el presidente del CIS, para el que todo el año es el mes más cruel, dado que cada vez que sacaba un barómetro lo crucificaban, si bien los más piadosos tan solo lo crujían. De mentir lo acusaban, de cocinar. Pero no iban tan desencaminados sus sondeos. Se ha ganado seguir en el cargo. Tezanos: el español más acusado de mentir era el único que decía la verdad. Una estrella Michelin para Tezanos. Maroto sin escaño, PP residual en Cataluña y desaparecido de Euskadi. «Con Rivera no», grita el socialismo de a pie. Urge un show televisivo para Cayetana. Los mensajes y apuntes entran por la ventana.

En breve volverá la campaña. Esta vez de las municipales. Volverán las promesas. Se lo prometo.