Primeros días de primavera (o sea, verano malacitano) en la playa de la Malagueta. Hace calor, pero no mucho, y el día invita a pasear y a tumbarse a la bartola. La playa está llena, pero sin agobios. Las olas del mar se oyen pese al intento de los coches por acallarlas. Una pareja de guiris ha ido a comerse unos espetos en un chiringuito y ha dejado algunas de sus cosas en las tumbonas, como señal de que están ocupadas. Bien, ahora os voy a contar un secreto: las cosas, cuando no estamos, tienen la costumbre de conversar entre ellas. En este caso que nos ocupa, escuchemos qué dicen un peine, una muestra de champú y un cepillo de dientes que les han regalado a los guiris en el hotel:

-¡Qué rica está el agua! - dice el peine.

-¿Cómo lo sabes si aún no te has metido? -le responde la muestra.

-Porque soy un peine divino y adivino. Además, ¿qué más da? Para algo que no cuesta€

-A mí sí que me cuesta.

-¡Anda ya!, ¡demuestra eso, Muestri!

-Me cuesta mucho meterme€ ¿Y si me hundo? ¿Y si mis principios activos se vuelven pasivos?

-Qué cosas dices€ ¡Tírate y no le des tantas vueltas al coco!

-No tengo coco, sino extracto liofilizado de aceite de coco de Costa Rica, y a eso no se le pueden dar vueltas.

-Venga, Muestri€ Ya sé que vienes de un laboratorio de Torre del Mar, muy mono y muy limpio, pero ahora estamos aquí en la playa. Vive el momento. ¡Menos cháchara y más nadar!

-¡De cháchara nada, que yo soy una muestra de champú anticaspa con hidropolieximotielenoisorbitol, y eso es muy serio! ¡Puedo salvar cabezas! Y cuando una está hidropolieximotielenoisorbitolizada, no entiende de guasas€ ¡La caspa es un asunto muy importante! ¿Te imaginas que aparezca en una entrevista de trabajo? ¡Qué horror!

-Desde luego€ Eso de trabajar debe de ser horroroso -afirma el peine.

El cepillo, que estaba tomando el sol, se incorpora y dice:

-¡Costrasinos! ¡Para catar el retualfo, singlareséis la bimasetureza!

-¿Y este qué dice? -se asombra la muestra.

-Vaya, vaya€ Con lo inteligente y preparada que eres, no conoces el dentífrico€

-Claro que sí; es primo mío. Sirve para limpiar la boca y€

El peine se ríe, y se ríe mucho, porque un peine tiene muchos dientes y mucha boca.

-Que el dentífrico sirve para limpiar la boca y€ Ja, ja, ja.

-¿Cartiosionas tuyú o cartisanistica maute? -interviene el cepillo.

-Tranqui, Cepi, ya se lo cuento yo€ Verás, Muestri, el dentífrico es el idioma de los cepillos de dientes.

-¿Eh? Pero los humanos dicen que€

-Bueno, los humanos dicen tantas cosas€ Y es precisamente por las cosas que quieren decir y no dicen por lo que los cepillos hablan así.

-¡No entiendo nada!

-¡Y quién entiende a los humanos! Verás, las palabras que quieren decir y no dicen se les quedan prendidas en los dientes. Al cepillarse, los cepillos se llevan las verdades€

-¿Las verdades?

-Sí€ Una verdad es una palabra que nunca se dice, y se queda entre los dientes. Como la verdad, si se queda ahí, es algo que molesta mucho, los cepillos se encargan de retirarlas, eso sí, con el cuidado de que nadie pueda escucharlas jamás, y por eso desordenan las sílabas, desacentúan los acentos y desconjugan los verbos. De ahí nace el dentífrico, el idioma más verdadero y, por tanto, más ininteligible.

-¡Fertivaso! -asiente el cepillo.

-¿Y tú cómo lo entiendes?

-Porque procuro entenderlo. Haciendo un pequeño esfuerzo todos los días, se le acaba cogiendo el punto.

-Colitósnido sertuguaseso.

-Pues yo no me entero.

-Tiempo al tiempo. Lo importante es que quieras entenderlo.

-Vale, vale€ Ya capto la moraleja€ La peor caspa es la incomprensión, y yo soy una muestra de ello; tengo que poner de mi parte, y entonces seré realmente el mejor anticaspa del mundo.

-¡Algo así! Bueno, ¿vamos al agua o nos vamos a tostar como cacahuetes?

-Mira que eres pesadito€ Que no y no, me quedo aquí, tomando el sol.

—¡Como quieras! Cepi, ¿nos echamos una carrera€? ¡Hasta la orilla!