James Holland vuelve a la carga. Historiador que narra con la agilidad de un novelista y novelista que escribe con el rigor de un historiador, lanza la segunda ofensiva de su monumental trilogía sobre la II Guerra Mundial tras "El auge de Alemania" con "El contraataque aliado" (Ático de los Libros"), abarcando ahora de 1941 a 1943. Documentada al máximo y cuidada hasta el mínimo detalle, la obra entrega al lector 928 páginas apasionantes.

Recordemos: "Junio de 1941 fue un mes trascendental para la historia de la humanidad. A principios de ese mes, la Alemania nazi estaba en guerra con Gran Bretaña y sus dominios, pero había sometido al resto de sus enemigos tras una sorprendente serie de victorias: primero, Polonia, en septiembre de 1939; luego, Dinamarca y Noruega, en abril del año siguiente. Más tarde, los Países Bajos e incluso la poderosa Francia habían sido aplastados, La invasión de Francia se había efectuado en solo seis semanas; una generación antes, las tropas francesas habían resistido todos los ataques alemanes durante cuatro años, pero, en mayo de 1940, el enfrentamiento se había decidido a efectos prácticos en cuestión de días. Gran Bretaña, esa nación insular que se encontraba tras las lindes de la Europa continental, se las había arreglado para resistir, pero no había mucha gente en todo el mundo que cuestionara la supremacía de Alemania o que dudara que Gran Bretaña también sería sometida".

A principios de junio de 1941, "solo Gran Bretaña resistía a esta aparentemente imparable maquinaria militar. Las imágenes de columnas de Panzer y de esvásticas que se alzaban sobre el Partenón de Atenas dominaban los noticieros alemanes y los de todo el mundo. Era evidente que Estados Unidos tenía el potencial de producir ingentes cantidades de armas, pero el potencial era una cosa y la realidad, otra; lo cierto es que las fábricas del país no producían una gran cantidad de material de guerra, a pesar de la insistencia británica en que pronto sí lo harían".

Holland profundiza en el nivel operativo como parte fundamental: "Lejos de ser aburrido, ese aspecto es tan rico en drama humano como los otros niveles e incluye la superación de retos aparentemente imposibles, choques de personalidad entre líderes, creencias políticas, ineptitud, una habilidad y una visión de futuro sobrecogedoras e incluso coraje. En una guerra, los suministros no se limitan a la logística y las estadísticas y, por curioso que parezca, esto era algo que se entendía con mayor claridad en aquel entonces. Vea los noticiarios alemanes o británicos de la época y advertirá que dedican tanto espacio a las fábricas y a la producción como a los combates en el frente. Gran Bretaña dejó especialmente claro que luchaba en una guerra industrial, alimentada por los avances científicos y tecnológicos y por el ímpetu del país para producir más alimentos, más aviones, más tanques, más de todo. Alemania también se aseguró de que su poder mecanizado estuviera en la vanguardia tanto en la radio como en la pantalla".

Recuerda el autor que "la estrategia británica era simple: luchar y utilizar el transporte marítimo, la influencia mundial y los recursos internacionales sin pausa pero sin prisa para derribar a Alemania mediante un bloqueo económico, el aumento de los bombardeos y el estrangulamiento económico, la misma estrategia empleada en la Primera Guerra Mundial. En esta ocasión, la clave sería el aprovechamiento de otra democracia occidental: Estados Unidos. La inversión británica en la incipiente industria armamentística estadounidense fue una parte fundamental de esta táctica; no era razonable esperar que Estados Unidos produjera de inmediato tanques, aviones y armas en masa, pero Gran Bretaña confiaba en resistir hasta ese momento. Se trató de un enfoque enteramente razonable y pragmático".

Conocemos historias individuales de "algunos de cuantos vivieron y murieron durante estos años tumultuosos". De diferentes nacionalidades y credos, "hombres, mujeres, ancianos y jóvenes, obreros de fábricas, políticos, civiles, hombres de negocios, marineros, soldados y aviadores, líderes bélicos y humildes soldados. Estos constituyen una diminuta sección transversal de un conflicto que afectó a las vidas de todos los hombres, mujeres y niños de todas las naciones combatientes", pero representativos "de los millones y millones de personas involucradas. Esta fue, y sigue siendo, una historia verdaderamente épica. Y asombrosa".