Es muy importante empezar con buen pie cuando se quiere modificar una conducta o se quiere generar un aprendizaje nuevo. Los aprendizajes y las normas deben tener sentido, ser lógicos y significativos. El ser humano suele rechazar los aprendizajes absurdos y en ocasiones mecánicos. Para ello, tanto si eres educador, entrenador o familiar, lo más importante siempre será la ejemplaridad: ser un modelo a seguir para generar aprendizaje, ya que el ejemplo tiene mucha más fuerza que las reglas.

Cuando no conocemos el camino a seguir, necesitamos una guía, un mapa; y si tenemos a alguien que nos ayude, mucho mejor. Lo mismo pasa con los niños y la educación. Necesitan un guía, unas normas y unos límites a seguir. Con ello los niños se sienten protegidos, seguros y obtienen el reconocimiento al esfuerzo por cumplir, evitando pasividad y desorientación.

Establecer normas y límites no significa ser autoritario, sino responsable de la educación para mejorar la sociabilidad y la convivencia a través de la confianza y la paciencia.

Si trabajamos desde la infancia, ni el aprendizaje ni el establecimiento de normas deben ir acompañadas de ansiedad. Cada niño tiene un ritmo de aprendizaje, y en ocasiones ir demasiado rápido se convierte en un problema. Lo más importante es percibir ilusión y curiosidad a la hora de aprender y cumplir, y autonomía y autoestima una vez conseguido. Es adecuado el refuerzo positivo a media que se aprende, una vez aprendido se reconoce el logro y se acabó, ellos deben seguir cumpliendo las normas.

Cuando encontramos resistencia es muy importante trabajar la firmeza y el porqué. No es lo mismo decir: «¿Y si coges la mano de mamá para cruzar la calle?». A: “Para cruzar la calle siempre debes coger la mano de un adulto por seguridad», O: «¿Y si te vas poniendo a estudiar?. A: «Son las 7:30 (enseñando el reloj) y hemos acordado ponerte a estudiar sí o sí para coger un buen hábito de estudio».

También explicar el porqué es muy importante para desarrollar la conciencia y la capacidad de juicio, la libertad para decidir y responder frente al refuerzo o la consecuencia.»Debes entrenar siempre al 100% y no reservarte nunca, ni por lesiones ni por cansancio». «Si muerdes a un compañero le haces daño, cuando te muerdan no hagas lo mismo, avísame a mí si estás en el parque o a tu profesor si estás en el recreo del colegio».

Si no ponemos límites o normas a los niños generamos inseguridad, falta de control, baja autoestima y dificultad en las relaciones sociales. Hoy en día encontramos muchos problemas de desadaptación a situaciones que no gustan o controlan, frustrándose de manera desmesurada y bloqueándose.

Sensación de empatía

Además de la paciencia y la ejemplaridad, es fundamental la interacción con la familia y los iguales, la sensación de empatía, de sentirse arropado y protegido, con capacidad de comunicar lo que sienten, de compararse y de relacionarse. Reconocer que las normas las tenemos todos, con nosotros mismos y para con los demás.

Sin límites es difícil reconocer el respeto hacia el otro y el saber estar, por tanto será más complicado encontrar buenas relaciones y buenos ambientes, fundamental ambos para el desarrollo de la personalidad.