Acabo de terminar la lectura de un libro apasionante, dedicado a la Riviera francesa: «La novela de la Costa Azul», obra espléndida de Giuseppe Scaraffia, ilustre profesor de Literatura francesa en la Universidad de La Sapienza de Roma. En el apéndice final, no deja de ser un consuelo el encontrarse entre Marsella y Montpellier en los años treinta, en Carry-le-Rouet y en Grau-du-Roi respectivamente, a dos antiguos amigos de nuestra Málaga: Gala y Salvador Dalí y Ernest Hemingway. También nos visitaron en el mítico Hotel Santa Clara de Torremolinos y en La Cónsula de Churriana. El Santa Clara ya no existe. La Cónsula sí. Es de agradecer€Pues no hace mucho me llegaba un informe de Greenpeace sobre la catástrofe medioambiental en nuestras costas, en las que diariamente se destruyen casi ocho hectáreas de litoral.

Me acordé de aquel alto dignatario. Estábamos reunidos en el Ljubljanski Grad, el castillo medieval que domina Ljubljana, la capital de Eslovenia. Es una ciudad amable y civilizada. En muchos aspectos sigue siendo muy habsbúrgica. Entre el 10 y el 13 de mayo de 2006 el Consejo de Europa había organizado allí la cuarta reunión técnica de la Convención Europea del Paisaje. Un muy importante tratado europeo. También suscrito por España. Los españoles allí presentes nos alegramos al detectar la presencia de un alto dignatario de un gobierno autonómico de nuestro país, el balear. En este caso, con mucho que decir en el ámbito del turismo y su principal activo, el paisaje y sobre todo el litoral. Era nada más y nada menos que don Jaime Massot Sureda, director general de Ordenación del Territorio del Gobierno de las Islas Baleares, del PP. La verdad es que las sucesivas administraciones del Estado en el pasado no se habían preocupado mucho por la idoneidad de la representación española en las reuniones técnicas de la Convención Europea del Paisaje. Con la excepción de los años del mandato de la ministra Cristina Narbona, algunos teníamos la impresión de que allí se iba a cubrir el expediente en algo que en el fondo no se tomaban muy en serio: ni en Madrid ni en los gobiernos autonómicos.

Las intervenciones del alto dignatario insular pasaron desapercibidas. Pero fue una buena señal el que él estuviese allí, como representante de su presidente, el señor Jaume Matas. Poco tiempo duró nuestra satisfacción por la presencia del señor Massot Sureda. Unos meses después me topé en el telediario con la escena de la detención por la policía española de tan alto dignatario, al que se acusaba de graves y presuntos delitos relacionados con la ordenación del territorio bajo su administración. En sentencia del 23 de Mayo de 2008, casi dos años después de aquel encuentro en el castillo de Ljubljana, la Audiencia Provincial de Baleares lo condenaba a penas de prisión y de inhabilitación para cargo público, como «autor directo de un delito de prevaricación administrativa y como cooperador necesario de un delito contra la ordenación del territorio, ya definidos, no concurriendo circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de dos años de prisión».

Llovía sobre mojado. El 26 de marzo del 2009 el Parlamento Europeo finalmente aprobó el famoso Informe Auken, en el que España recibió muy duras críticas por su política urbanística y medioambiental, especialmente por los desmanes de la LRAU valenciana. La aprobación del informe Auken recibió el voto favorable de la mayoría de la alta cámara europea. Pero no el de los europarlamentarios del PP, que votaron en contra. Los del PSOE se abstuvieron. No fue un buen día.

En otro orden de cosas y ya en nuestra Costa del Sol, en la ciudad de Málaga, los representantes municipales del PP, del PSOE y de Ciudadanos siguen manteniendo una defensa numantina de un muy polémico proyecto. El del descomunal rascacielos que, si la Santa Providencia no lo remedia, podría ser en un futuro el mega-hotel del puerto de Málaga. Proyecto que sigue cosechando múltiples críticas. Llueve sobre mojado...