«Pensaré si voy a España»

Preguntado el Papa sobre el tema, esta respuesta suya, burlona hasta la insolencia, ha provocado indignados comentarios incluso de un, en esto, moderado Ansón: «¿Qué se cree este Papa? ¡Con lo que España ha hecho por la Iglesia!». Pues por eso mismo, porque España aún ayuda en Latinoamérica a mantener su prestigio, él no quiere venir a un país en el que sus más de cinco años de mandato le han granjeado fuertes enemigos a la derecha, por sus promesas de cambio, y a la izquierda, por no cumplirlas.

Como no ha ido, por lo mismo y por sus silencios ante los crímenes de la dictadura militar, a su nativa Argentina.

Con mayor astucia, con su «viveza criolla» y su formación jesuita, Bergoglio ha disimulado mejor que el tosco teutón Ratzinger la cada vez más escandalosa decadencia de la religiosidad de tipo romano, en beneficio, al menos parcial, de las espiritualidades originadas por la Reforma o los sincretismos con otras religiones, filosofías o incluso ciencias.

Diego Mas MasMálaga