Pretender ocultar la grave crisis del PP es un error que puede pagar a corto plazo. Es una crisis de votantes, liderazgo e identidad. Pablo Casado ha querido corregir el rumbo de la «derechita cobarde» pero no tiene tiempo; lo más, atemperar los problemas. Con tan poco margen, es imposible corregir el rumbo, cambiar el mensaje y olvidarse de quienes, no ha tiempo, eran el norte del PP: José María Aznar, Cayetana Álvarez de Toledo y un tal Cortés, echando, además, sobre el campeón de lanzamiento de huesos de aceitunas, Teodoro García, el peso de una campaña que le venía grande. Como le pasa ahora con la candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, especializada en meter la pata. Con estas mimbres y el permanente sobresalto de la corrupción (Francisco Camps, el penúltimo) le será difícil a Pablo Casado ganarse la confianza de votantes de la derecha. Quizás, por eso y mucho más, hay candidatos locales del PP que renuncian a las siglas del partido o, como hacen otros, las relegan a un segundo plano. La pelea por conquistar el poder en la derecha no cesa, sino que va a más. Ciudadanos, que hasta febrero de 2017 era socialmente confeso, pocos meses después abrazaba el ideario liberal, pragmático cambio ideológico liderado por Rivera, sin sonrojarse siquiera. La pregunta es clara: ¿Rivera es creíble? Respondan ustedes. Rivera se ha especializado en vender su alma al diablo si ello le hace superar al PP. A propósito, ¿Hasta cuándo mantendrá la derecha la mentira de que Pedro Sánchez se entregó con bagajes y armas al independentismo? Iceta, mediante.

Ya es sabido que mientras en la izquierda estos cambios de chaqueta se solventan en congresos, con dimisiones o en luchas fratricidas, en la derecha lo que impera es conseguir el poder como un fin en sí mismo. Ciudadanos quiere, por encima de todo, ganar al PP. Todo lo demás le importa un pimiento. No lo tiene fácil debido a la fuerte implantación territorial del PP, pero lo intentará. El problema surgirá a partir del 26M, una vez se sepan los resultados. Si Ciudadanos quiere adelantar al PP, ¿Le dará su apoyo al partido de Casado en el supuesto de que sea el más votado y sumen para gobernar? Un apoyo institucional al PP le puede alejar de alcanzar el soñado y deseado sorpaso. Y si a los socialistas (Pedro Sánchez, el odiado) tampoco les dará sus votos, ¿qué harán? ¿Se quedarán en tierra de nadie? Difícil dilema tiene Rivera. O no, porque nadie le impide otra contorsión en el andamio político. Si Ciudadanos quiere matar al PP parece difícil entender que vaya a apoyar al PP para gobernar la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Y así, otras alcaldías o autonomías donde la derecha suma.

Podría suceder en Málaga. Paco de la Torre está en modo melancolía y, además, se le nota. Nunca le gustó, ni tan siquiera en su partido, ir como perdedor. Y ahora en Málaga puede perder entre tres o cuatro concejales, muy alejado de poder gobernar. Se le nota en su campaña e intervenciones públicas, enredado en una catarata de números, melancólico y como diciendo qué habré hecho para que el votante me niegue el pan y la sal. Y no es tanto a él como al partido que representa, el PP cada vez en horas más bajas. Y esto resulta más sorprendente cuando en las poltronas del PP malagueño se sientan, con poder y mando en plaza, dos miuras de la política como son Moreno Bonilla y Elías Bendodo. Paco de la Torre, con la suma de Ciudadanos y de Vox, no llega a la mayoría absoluta (son 16 concejales sobre 32) a tenor de encuestas conocidas y las que se darán a conocer mañana. Dani Pérez está en modo alcaldable, y además se le nota. Preparado está.

P.D.- (1).- «Todos los nombres», el portal que tiene registrados y documentados a más de 100.000 republicanos fusilados por el franquismo, dejará de recibir la ayuda de cien mil euros. Vox manda y exige. No hay dinero para quienes han denigrado llamándoles «buscadores de huesos». La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, tiene la palabra. O Vox o la dignidad.

(2).- Tengo una persona muy cercana que suele resumir en pocas palabras lo que para ella son algunos políticos. Hablando de Quim Torra, lo llamó «Chistorra». Un acierto.

(3).- «España quiere un gobierno que no mienta» (Alfredo Pérez Rubalcaba). José María Aznar no tuvo la dignidad de acompañarlo en su adiós.

(4).- José Antonio Vízquez, alcalde de Yunquera (PP). Un miserable y una mala persona por su twiter sobre Rubalcaba

(5).- La impresentable CUP, o mismo de lo mismo. Miserables y asquerosos. Dicho está.