Teniendo en cuenta el año que lleva nuestro Unicaja, el partido de Tenerife es una buena noticia. Fue muy serio, con valores añadidos en el sentido de que se hizo contra un rival que estaba mejor, jugándosela en cancha contraria y siendo además un encuentro de esos en los que había algo más que un triunfo lejos de Málaga. El equipo fue constante y solvente ante el no bajar los brazos por parte de los rivales, que no tiraron nunca la toalla, pero el sábado vimos algo muy poco habitual en la temporada: un buen partido durante todo el tiempo de juego.

Esta semana, frente al MoraBanc Andorra, tenemos otra prueba más ante un equipo que busca meterse arriba. De todas formas, lo que se espera del play off para el Unicaja no me lleva a la idea de llegar y jugar la final de la Liga ACB. Pero al menos sí borrar las sensaciones que se han visto ésta y las anteriores temporadas frente a los equipos importantes, como Kirolbet Baskonia y Valencia Básket, teniendo en cuenta que sólo queda finalizar el curso de manera decorosa. En la eliminatoria frente a los levantinos hay algo más por definir que un hipotético 2-1 o un pase a semifinales.

Por otra parte, como gran parte de los pensamientos están ya en la temporada 2019/2020 y se espera que el futuro sea mejor que esta realidad actual, ya se empieza a oír si viene tal o cual refuerzo para la plantilla. Y al margen de la sorpresiva llegada de Rubén Guerrero (ojo, mucha paciencia con él desde ya), aparecen nombres para reforzar el plantel: ambos del rival del domingo, en concreto Moussa Diagne y Andrew Albicy. No me dirán que no es curioso. Hace dos temporadas el Unicaja se trajo del equipo pirenaico a Giorgi Shermadini, y el año pasado era Jaime Fernández el que cambiaba de país dentro de la competición ACB.

No sé si llegará alguno de los mencionados para el Unicaja en un futuro inmediato, o si sería más práctico fichar a Francesc Solana como director deportivo, pero pensar que el estatus del Club Baloncesto Málaga lleva a orientar la diana a este tipo de refuerzos... Lo mismo termina colocando a Jordi Pujol en el radar. No en vano, no conozco a otro que haya hecho tanto en un pasado reciente por colocar al Principado en el mapa.

Bromas aparte, y más que seria, me parece triste esa noticia en que el club declinase asistir a la Final a Cuatro de la Euroliga del pasado fin de semana en Vitoria; y que tampoco irá al NBA Global Camp en Mónaco a final de mayo. Se esgrimen razones como que el mercado al que apunta Unicaja «no es el de jugadores de F4». Y que se optó por dar apoyo institucional al equipo femenino (por cierto, enhorabuena por su ascenso), pero lo cierto es que, aunque ni por asomo se puede pensar en escribir a los Reyes Magos e intentar ir a por algún jugador de los que han estado en Vitoria, no ir es simplemente no existir.

Está claro que no vas a recibir un homenaje de la Euroliga como Josean Querejeta y que no vas a fichar allí a los que están jugando. Ya fue Carlos Jiménez en 2016 a la fase final de la Copa de Alemania a intentar fichar a un Brad Wanamaker que era más conocido que el euro. Tarde, mal y sin dinero no se va a las fiestas, pero es convertir a Málaga en un lugar exclusivamente de vacaciones y demostrar que esa ilusión de la que hablaba es algo que se queda para algún sorteo de lotería o una relación personal.

No acudir a Mónaco no es ni más ni menos que demostrar una adhesión incondicional a lo que digan los agentes, es tragarse los vídeos con todos los highlights que te manden porque tal o cual representante cae mejor; o bien lleva ya al que toca renovar aquí y conviene estar a buenas. Es más, que un miembro del club, como Manolo Rubia, acuda a título personal a la cita y no en representación oficial del mismo es algo que necesitaría que me explicaran muy, muy despacio. Debemos estar en un momento en el que la temporada próxima queda lejos, o que la planificación es algo tan secreto como las memorias reales de Jordi Pujol. O que esa teoría de «tú no te metas en líos» sea el lema oficial de los directivos del club.