Meritxell Batet es catalana, lectora devota de Lawrence Durrell y asidua de Zara. Se ha encaramado al podium de la influencia española, tercera en el escalafón de autoridades tras el Rey y el presidente del Gobierno. Presidirá el Congreso de los Diputados. Batet es discreta en las distancias cortas, callada pero capaz de romper el silencio con contundencia no exenta de educación. Tiene unos ojos acuosos que uno recuerda de un almuerzo en un restaurante playero de Vélez Málaga tras una sesión matinal de un curso de verano sobre el poder. Fue hace unos años. Comíamos pescaíto y las sardinas de plata brillaban bajo el sol de la Axarquía; estábamos el diputado José Andrés Torres Mora, organizador, un profesor, algunos periodistas y el marido entonces de Batet, José María Lasalle, que fue secretario de Estado de Cultura con el PP. Lasalle es culto, viajado y miope. Madridista.

Este cronista hiló buena conversación con él a cuenta de Kotor, de donde ambos estábamos casi recién llegados. Creo que ellos habían ido en crucero y yo de forma más asilvestrada. Kotor está en los fiordos. Pero no en los fiordos escandinavos, que son los que todo el mundo visitaba entonces. Está en la antigua Yugoslavia, en Montenegro, y tiene un casco viejo cautivante, medieval y con alguna tasca tenebrosa donde los turistas no entran. Dentro de ella hombres bigotudos cantan bajo banderas de la gran Serbia himnos marciales entre trago y trago de ese licor de cereza que los chetniks tomaban antes de acuchillar prisioneros musulmanes o croatas. Los croatas inventaron la corbata. La tradicional y la consistente en rajar la garganta y sacar por ella la lengua al infortunado. Balcanes style.

Cuanto más radiante está Batet más caricansado, derrotado y mal afeitado aparece Iceta en lo de Ferreras. Hay hombres que no se reponen de un fracaso pero es que perder la presidencia del Senado cuando lo tenías tan a mano no es un fracaso, debe ser una pesadilla peor que soñar que el cadáver putrefacto de un gato te cae en la cara mientras duermes. El Senado lo presidirá Manuel Cruz, que es un federalista acreditado. No sé lo que es eso pero gano un par de líneas.

Batet tiene que lidiar con la presión que supone gobernar una cámara con militares, periodistas, ultras, rojazos, golpistas de un día y centrifugadores de la democracia o la unidad del país. Hombres y mujeres responsables o disolutos. Rufianes, abascales y echeniques, cada cual para echarle de comer aparte.

Pero estas cuestiones de estado, partidos y liderazgos se ven de otro modo cuando la vida y la mar están enfrente y comes y conversas con el igual o el diferente, como aquel día en Vélez, relax con espetos y lo que la vida depare. Sorpresas, casi siempre.