La libertad y el rol de la propia mujer en nuestra sociedad han ido avanzando y mejorando, pero son muchas aún las dificultades que nos rodean. Cuesta creer que el premio por ganar en un deporte sea una lima para pies, un pack de depilación y un vibrador, pero sí ¡Es totalmente cierto y esto ha ocurrido en el 2019! También en una fiesta en Madrid las azafatas vestidas de enfermeras semidesnudas alegraban la noche mediante jeringas gigantes de alcohol, mientras que los médicos iban con bata y vaqueros. Quiero dejar clara la idea de que los azafatos y azafatas son personas preparadas, con idiomas y buena presencia. Es un sector que también debe ser cuidado y respetado.

¿Tenemos las mismas posibilidades las mujeres y los hombres para dedicarnos al deporte? ¿Somos conscientes de las injusticias y trabajamos para evitarlas? ¿Usan las mujeres su estereotipo para sacar provecho económico perjudicando así la figura de la propia mujer y su futuro?

Antiguamente, las Olimpiadas estaban prohibidas para las mujeres, hasta el 1900 que pudimos participar en golf, tenis y croquet. Más adelante pudimos ir destacando en deportes más orientados a la expresión artística y nunca igual de valorados como los deportes masculinos. Ya no se da el doble beso en la mejilla al ciclista por hacer podio, los recogepelotas pueden ser chicos y chicas y quizá los azafatos formen parte de las motos muy pronto. Pasito a pasito.

El deporte es un reflejo de la sociedad, sociedad que no cuidamos ni las mujeres mismas. Estoy harta de ver videos en Instagram de jugadoras de voleibol menores de edad exhibiendo su cuerpo y desvalorizando completamente nuestra imagen. ¿Sus padres no les aconsejan nada? La igualdad y el respeto por uno mismo y los demás deben fomentarse desde la infancia. No se trata de «aparentar» justicia, libertad o valentía, sino de luchar por un respeto a nuestra dignidad como persona mujer, trabajar esa equidad y ser un modelo a seguir. No buscar el ideal descuidando lo social ¡Incluso en ocasiones lo sano! Sino un desarrollo integral relacionado con la propia identidad, con el control de las emociones, la inteligencia y la solución de conflictos, las relaciones sociales y las tomas de decisiones.

Debemos evitar estereotipos asociados al género, olvidarnos de las falsas expectativas por ser torpes, débiles o tener que tener hijos. ¿Tenemos que maquillarnos para competir? ¿La estética como presión y no como normalidad? Habrá muchas mujeres que realicen deporte por mantenerse o perder kilos, sin saber que el deporte no solo es salud física sino también mental, emocional y social... No debe ser el hombre de familia el que saque tiempo para el deporte, también la madre puede organizarse y hacer su ejercicio físico diario sin sentirse culpable. Como entrenadores, no debemos entrenar de manera diferente a los niños y a las niñas. Cada deportista es diferente y la agresividad no está relacionada con los chicos, ni el tipo de mensaje. Como primera opción las chicas no tienen que probar el ballet o la gimnasia rítmica y los chicos el fútbol y el baloncesto; brindemos oportunidades para practicar diferentes deportes sin priorizar el género.

Somos muchas las que vivimos para y por el deporte, y todas hemos sufrido alguna que otra experiencia desagradable sólo por ser mujer. No se trata de no sufrir, ya que en la vida se tiene que aprender a luchar, a sufrir, a disfrutar... Se trata de seguir el camino que ya marcaron nuestras madres y abuelas, de no seguir cerrando puertas nosotras mismas y empujar fuerte las que nos quieran cerrar. Ayudar a las más jóvenes cuando se desvíen del camino y priorizar aspectos estéticos sobre los éticos; insistir con la crítica y lo desconocido, condenar lo inaceptable e injusto, ir consiguiendo logros y avanzando en el camino y lo más importante: no permitir que ninguna hija nuestra esté condenada por estereotipos, creencias sociales o religiosas y pierda la posibilidad de moverse, jugar, competir y crecer como mujer.

El deporte es vida, la vida es mujer, mujer es deporte.