La última jornada de la Liga Regular en el Carpena tiene el gran aliciente de reencontrarse con uno de los mayores proyectos que ha tenido la cantera del Unicaja. Su llegada vino acompañada de calificativos como «niño maravilla», «el base de oro» o «talento infinito». Y aunque se ha convertido en un gran jugador, que además está haciendo una gran temporada, no ha podido llegar a esos calificativos. Rafa Luz creció entre balones naranjas. En su casa el baloncesto es una forma de vida, una religión, algo sin lo que no podría entenderse la vida de la familia. Su padre Nelson Luz fue jugador profesional y sus cuatro hermanas, «as Irmas Luz», han jugado en la selección brasileña. Helen (larga experiencia jugando en España, un título mundial con Brasil y una medalla olímpica), Silvinha (2 medallas olímpicas con su selección), Cintia y Sussu llenaron la casa de títulos, ilusiones y vivencias que el pequeño de la familia quería continuar.

El Barcelona fue el primer club español en fijarse en Rafa. Hizo una prueba con 12 años en la Ciudad Condal, pero sus padres pensaron que era muy pequeño a pesar de que su hermana Helen se mudaba ese verano a Barcelona. Un par de años más tarde lo intentaría el Estudiantes, que tampoco logró convencer al jugador y su familia. Un año más tarde Paco Aurioles, con la inestimable ayuda de Augusto Lima, que ya estaba en la cantera verde, le convencerían para venir a Málaga, a pesar del interés del todopoderoso Real Madrid.

El aterrizaje en la Costa del Sol fue perfecto. Su «hermano» Lima y las condiciones de la ciudad (playa, mar, sol€) que le recordaban a su Sao Paulo natal y el club hicieron que maravillara a todo el baloncesto español. Con 15 años ya medía 1,85 metros y su repertorio de mates era infinito. Reboteaba como un pívot, anotaba como un alero y dirigía como un base. Aíto le seguía para llevarlo al primer equipo del Unicaja pero la burocracia le paró. El 26 de junio de 2009 el consejo de ministros le daba la nacionalidad por carta de naturaleza como deportista de elite. Pero a pesar de ser español a todos los efectos no podía jugar como tal. Para ser «cupo» necesitaba el transfer de la Federación Brasileña de Baloncesto. Fueron unos meses interminables hasta que el 5 de diciembre de 2009, Aíto le hacía debutar en el Carpena frente al Alicante. Un buen partido al que siguieron otros, pero sin continuidad.

Esos meses de «inactividad» parecía que habían roro algo. Se inició una serie de cesiones que acabaron con su salida del club. Ahora a sus 27 años está jugando su mejor baloncesto. Siempre seguido por su familia. «Me animaban cuando no jugaba tanto y cuando juego bien me dicen las cosas malas», decía hace unos años. Le ha costado hacerse un hueco en las canchas de la ACB aunque quizás le costó tanto que dejáramos de llamarle Rafa Freire como cuando llegó a nuestro país.

En Brasil, el primer apellido es siempre el de la madre y sus hermanas habían utilizado siempre le apellido de su padre Luz. La costumbre española hizo que le conociéramos como Freire hasta que a base de pedirlo nos hemos acostumbrado a llamarlo Rafa Luz. El jugador que pudo ser el gran base de Unicaja y que ahora visita el Carpena como suplente de Andrew Albicy para tratar de exprimir las pocas opciones que tienen de entrar en los play off por el título con el MoraBanc Andorra. Suerte€