En la condición humana, no se sabe si fue antes al afán de poder o el gusto por la guerra, o sea, el fin o el medio, aunque eso de fines y medios es sólo un merodeo, pues al final la constante en la especie es la guerra, algo propio de una colonia depredadora que después de haberse impuesto a sus depredadores naturales se depreda a si misma. Verlo así resulta cruel, pero la fotografía muchas veces lo es. Bien, de Juego de Tronos no se más que lo que se cuenta de la serie, pues nunca la he visto, pero por lo que he leído trata de eso, y lo más revelador (aunque no sorprendente) es la universal pasión por el producto, como si fuera un espejo en el que uno se reconoce a sí mismo, obteniendo la típica recompensa narcisista. Lejos de mi intención hacer un juicio moral al respecto, pero echo en falta una mayor distancia irónica, pues sólo la parodia de lo que somos puede redimirnos un poco.