Suspendidos como diputados los imputados independentistas, la vida sigue. Lo que importa, ahora, son las elecciones del 26 de mayo y hasta entonces no se despejarán algunas incógnitas, entre ellas si Pedro Sánchez optará por un gobierno a la portuguesa. Casado y Rivera seguirán su pulso, Vox dará espectáculo permanente y patentará su cabreo a base de patadas, porque no tiene argumentos, ni ideas. Vox se desinfla porque cuando tan sólo se piensa de cintura para abajo, pasa lo que pasa; es decir, manifiesta incapacidad para entender lo que es la democracia, vivir y pensar en libertad. Casado y Rivera convertirán el Congreso en su particular ring para ver quien sale ganador y se hace con el liderazgo de la oposición.

Mientras que Pedro Sánchez, victorioso, domina el tempo político y Pablo Iglesias, a rebufo, toca poder, Rivera parece tener azogue en el cuerpo y en el alma, proclamándose caballero del partido de los valientes, chuleando por el País Vasco. Pablo Casado, cada vez más tristón y sin fuelle, pese a su forzada sonrisa. Casado sigue sin entender que su alianza con Vox en Andalucía es uno de los factores del fracaso del PP. El problema no es Casado, sino el Partido Popular y por eso los resultados de las elecciones que se conozcan en la madrugada del día 27 pueden significar profundos cambios en la derecha española. Para Ciudadanos porque puede tragarse sus histéricas ansias de superar al PP y no lo consiga y los populares, aun manteniendo su hegemonía pero cada vez más en precario, se vean obligados a una catarsis como cuando Fraga entronizó a Aznar en Sevilla. El problema para Casado y Rivera será aún más grave si se emperran en seguir dando la matraca con el independentismo, la aplicación dura del 155 y mantener la mentira de que Pedro Sánchez está en modo de súplica a Oriol Junqueras y a Puigdemont, o, lo que es peor, que ya tiene negociado el indulto de los del procés. Semejante memez sólo la pueden mantener mentes febriles.

Nos enfrentamos mañana, de nuevo, a las urnas y tomar decisiones sobre a quién votar. Yo lo tengo muy claro y así fue desde el inicio de la democracia: siempre he votado al partido que, con sus altibajos, ha hecho gala, históricamente, de tres principios que dan vida a mi concepto de sociedad: la fraternidad (ser solidarios), la igualdad (derechos por iguales) y la libertad (respirar sin ataduras). Y aunque en unas elecciones locales importa más las cuestiones de andar por casa, en el sustrato debe estar el modelo de ciudad que conforman cuando se aplican y ejecutan estos tres irrenunciables valores que emanaron de la Revolución francesa. Y añado, tolerancia, mercancía ideológica muy maltratada sobre todo por la derecha, rigor en la gestión (bocazas, fuera) y, sobre todo, intolerancia total a la corrupción.

Dicho lo cual y como voto en Torremolinos, el candidato socialista José Ortiz será el que reciba mi apoyo en las urnas. José Ortiz, en apenas cuatro años, ha transformado la ciudad. No hay miedo a pensar, a manifestarse libremente después de tantos años de cobardía y miedos de quien hizo de Torremolinos un lugar casposo y cutre. Torremolinos es, hoy como lo fue históricamente, adalid de la libertad, de la igualdad de personas y sexos, y solidaria para hacer una ciudad más humana, más llena de vitalidad, más cercana a la gente. Este modelo de ciudad, al que tanto ha aportado el arquitecto humanista Salvador Moreno Peralta, merece el voto progresista para enterrar años de miseria moral. Y yo lo haré, con una sonrisa en los labios y en el alma.

No voto en Málaga pero Dani Pérez, el candidato socialista, tendría mi voto. Hay vitalidad, hay fuerza, hay proyecto; y hay futuro en este joven biólogo que entiende la ciudad como un foro ateniense donde debatir, sin miedos y cortapisas, hasta las cuestiones más nimias. En el desayuno organizado por la SER (lleno total) un joven Dani Pérez esbozó la ciudad que quiere. Una economía verde y sostenible, con pasión demostrada hacia el mundo de los animales (¿Qué hacemos con la plaga de las cotorras argentinas, Dani?); deteniéndose en la Universidad que todos queremos, PTA incluido. Y me sentí integrado en su concepto de ciudad para la gente, cercana, dinámica y abierta; con capacidad de reaccionar ante cualquier problema sin demoras, saber trabajar en equipo y dar patada a la melancolía castrante de que ha hecho gala esta ciudad en los últimos tiempos, fruto de quien la ha gobernado más de 20 años. Y me gustó que hablara de la ciudad de los barrios, de la atalaya solidaria necesaria de que quien más tiene más ayude.

Llenar las urnas con votos progresistas. Es lo que toca. E impedir que Vox ejerza el derecho de pernada.

P.D.- (1) Tengo a fe que el juez Serrano, líder de Vox en Andalucía, seguirá en sus trece: espada flamígera para que el nacionalcatolicismo sea el norte de nuestras vidas. Dice, sin pruebas, que se educa a los niños (as) para masturbase. Mente enferma.

(2) Rocío Monasterio, diputada de Vox por Madrid, va a más y dice, también sin pruebas, que a los niños se les enseña zoofilia. Mente enferma.