Se me viene a la cabeza el verano de 1964 cuando tras la final de Viena donde el Real Madrid caería derrotado por 3-1 ante el Inter de Helenio Herrera en la final de la Copa de Europa de aquella edición y siendo la intención de Santiago Bernabéu de rejuvenecer a la plantilla blanca, Alfredo Di Stéfano rodillas en tierra, le suplicaba al presidente una y otra vez que le diese la oportunidad de demostrar que aún era capaz de liderar a la nave blanca; al menos hasta final de ese año y sin cobrar ni un duro.

Con todo el dolor de su corazón don Santiago -que le quería como a un hijo- le dijo que no, que a sus 38 años ya había llegado el momento de dar paso a los más jóvenes y entre lágrimas la gran Saeta Rubia se marchó.

También se me viene a la cabeza la gallardía de Pirri, que junto a Goyo Benito son los únicos jugadores blancos distinguidos con la «Laureada» (el tercero en discordia deberías ser tú, Sergio) o el pundonor de Camacho sin olvidarnos de nuestro querido y añorado Juanito que amaba al Real Madrid con todo su corazón. No quiero olvidarme tampoco de los Gento, Zárraga, Santamaría, Puskas, Del Bosque, Míchel, Butragueño, Sanchis, Raúl y un largo etcétera que solo les faltó dar la vida por el club, anteponiendo su amor por vestir la camiseta blanca (y tú estabas entre ellos Sergio) ante los cantos de sirena en forma de dinero que les pudiesen llegar desde otro lugar.

Pero por entonces aún existía el romanticismo en esto del fútbol, y vestir la camiseta del club más laureado de la historia suponía satisfacer sus necesidades de forma plena. Hoy en día y tras el triste acontecimiento protagonizado por Sergio Ramos -considerado por la afición como un emblema y parte del escudo del madridismo-, en el que se dirigió al propio Florentino Pérez para pedir su salida del club debido a una estratosférica oferta llegada desde China (75 millones en 3 temporadas), nos muestra lo mucho que ha cambiado esto. Y yo me pregunto: ¿Qué valor sentimental tendrá el dinero que es capaz de atraer tanto su atención como para que el capitán de todo un Real Madrid, tras una carrera plena en sus filas, quiera traicionarlo por sus encantos? La verdad y viendo en los niveles económicos en los que se mueve el fútbol, no lo logro entender, pero, estoy segurísimo que algo ¡tendrá!

Florentino, apesadumbrado por el propósito de su capitán de abandonar la nave blanca en un momento complicado, contó con pelos y señales como acaecieron los hechos dejando al madridismo apesadumbrado por las intenciones que llevaba su «Capitán», por lo que tras el cariz que había tomado la noticia, al día siguiente asistimos al esperpento de rueda de prensa que improvisó el propio Ramos en la que poco menos que vino a decir que jugaría gratis en el Real Madrid y que todo había sido fruto de un malentendido.

Para arreglar el entuerto el camero pidió al presidente dar una rueda de prensa conjunta y dejar zanjado el asunto, pero Florentino Pérez sin dudarlo ni un instante le vino a decir que «NO», que él había creado el embolado y él tendría que sofocarlo. Y con una sonrisa de oreja a oreja y como si no hubiese pasado nada, Ramos se postró ante los micrófonos y quiso lavar la imagen de una forma absurda y poco creíble, cuando lo más natural hubiese sido reconocer el error y pedir perdón ya que todo había sido fruto de un calentón.

A mi juicio Sergio Ramos era el candidato ideal para ser galardonado con la tercera Laureada por todo lo que ha significado para el club de Concha Espina, pero tal distinción solo es posible para aquellos que muestran un expediente inmaculado de fidelidad al club merengue, no solo eso sino que en estos momento se duda de si mereces o no seguir llevando el brazalete de capitán de todo un Real Madrid. El tiempo todo lo cura y la escasez de memoria en el fútbol te invita a que con otra de tus grandes faenas dentro de un terreno de juego todo quede en el olvido. Ojalá sea así.